14/05/2025
En un momento donde el turismo tiende a buscar lo oculto, lo auténtico y lo que aún no fue invadido por multitudes, Cerrito se presenta como una alternativa ideal para quienes quieren reconectar con lo esencial. Ubicado en el departamento Paraná de la provincia de Entre Ríos, este pueblo de espíritu rural y ritmo sereno se posiciona como un refugio perfecto para escapadas de fin de semana o viajes sin apuro.
Cerrito nació como colonia agrícola a fines del siglo XIX, en plena época de colonización planificada, y recién en 1974 fue declarado municipio. Su nombre se remonta al campo original, conocido como 'El Cerrito', comprado en 1882 por el Banco Nación para dar lugar a nuevas poblaciones.
La historia del pueblo no solo está en los libros: se conserva en el trazo de sus calles, en la arquitectura del Palacio Municipal, la Biblioteca Popular Federico Schroeder, el Museo Regional y la Plaza Las Colonias, todos puntos que pueden visitarse a pie, con calma y sin multitudes.
El verdadero tesoro de Cerrito es el Montecito de Lovera, una reserva natural educativa de seis hectáreas que concentra una impresionante biodiversidad local. Aquí, el turismo no interrumpe la naturaleza: lo acompaña. Hay tres senderos señalizados de baja dificultad, ideales para caminatas contemplativas, entre espinillos, ñandubayes, algarrobos, claveles del aire y tunas.
Pero lo que más deslumbra es su fauna: más de 100 especies de aves pueden avistarse con solo levantar la vista o afinar el oído. Es un lugar pensado para caminar sin apuros, sin ruidos artificiales ni estructuras invasivas. Una experiencia sensorial y educativa, perfecta tanto para aficionados a la fotografía de naturaleza como para familias con niños.
En Cerrito no hay shopping, ni espectáculos masivos ni propuestas comerciales a gran escala, y ese es precisamente su mayor encanto. Es un pueblo para observar, para detenerse y dejarse llevar por la lógica del campo, donde el tiempo parece ir en cámara lenta.
Podés combinar una mañana en la reserva con un paseo por el casco urbano, una visita al museo local y un picnic en alguna de sus plazas. Las construcciones coloniales, bien conservadas, y la calidez de su gente hacen que la experiencia tenga ese plus intangible que solo los pueblos de verdad pueden ofrecer.
Desde Paraná, la capital entrerriana, hay dos rutas principales para llegar a Cerrito:
Por Ruta Nacional 168 y Ruta Nacional 12 (aproximadamente 53 km).
O por la Ruta Provincial 10, un poco más larga pero igual de pintoresca.
Ambas son de buen estado general, aunque conviene chequear el clima, ya que algunas partes rurales pueden volverse fangosas después de lluvias intensas. En cualquier caso, Cerrito está más cerca de lo que uno imagina, aunque su atmósfera haga sentir que está a años luz del estrés urbano.
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