El ataque masivo de Rusia a Kiev, ocurrido entre la noche del jueves 3 y la madrugada de este viernes 4 de julio dejó al menos 23 personas heridas, según informó el alcalde de la capital ucraniana, Vitali Klitschko.

El presidente Volodimir Zelensky describió este bombardeo como "uno de los ataques aéreos a mayor escala" desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, destacando su carácter "deliberadamente masivo y cínico".

“Fue una noche dura y sin posibilidad de dormir”, comentó Zelenskyy.

Al menos 14 de los heridos fueron hospitalizados, y se reportaron incendios y daños en edificios residenciales.

Rusia lanzó un total de 550 drones y misiles, incluyendo al menos 330 drones kamikaze tipo Shahed y misiles balísticos, entre ellos un Kinzhal hipersónico y seis Iskander-M o su variante norcoreana KN-23.

Las defensas aéreas ucranianas lograron interceptar 478 de estos proyectiles, pero nueve misiles y 63 drones impactaron, causando daños significativos en los distritos de Solomianski, Sviatoshinski, Darnytskyi, Dniprovskyi y Shevchenkivskyi.

Al menos 14 de los heridos fueron hospitalizados, y se reportaron incendios y daños en edificios residenciales.

Las explosiones iluminaron el cielo nocturno y resonaron en toda la ciudad, mientras las sirenas de alerta de ataques aéreos sonaban incesantemente.

El ataque coincidió con una llamada entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente ruso, Vladimir Putin, donde no se lograron avances hacia un alto el fuego.

Zelensky enfatizó la necesidad de una "presión masiva" de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos para cambiar el comportamiento destructivo de Rusia, mientras que el ministro de Exteriores ucraniano, Andrii Sybiha, calificó la ofensiva como un "acto deliberado de terror".