El ex presidente francés Nicolás Sarkozy entró a la cárcel de La Santé en París para cumplir una condena de cinco años por asociación ilícita y financiación ilegal de campaña, y se convirtió en el primer exmandatario del país encarcelado en la historia reciente, en un caso ligado a fondos libios no declarados de 2007. Tras despedirse de su esposa Carla Bruni bajo estricta seguridad, Sarkozy denunció una "persecución judicial" y apelará en segunda instancia, mientras el gobierno de Emmanuel Macron evalúa visitas y la izquierda critica posibles interferencias, en un escándalo que marca el declive de un ícono conservador.

Nicolas Sarkozy, de 70 años y último presidente conservador de Francia (2007- 2012), abandonó su residencia parisina en la mañana del 21 de octubre, escoltado por su esposa, la exmodelo Carla Bruni, y su equipo legal, en medio de un operativo de seguridad reforzado y el apoyo de simpatizantes que corearon su nombre y cantaron el himno nacional. El breve trayecto hasta la prisión de La Santé, en el corazón de París, culminó con su ingreso al penal, donde cumplirá la sentencia de cinco años dictada en diciembre de 2024 y confirmada en apelación. 

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Sarkozy junto a su esposa, Carla Bruni, antes de ingresar a la prisión La Santé.
Sarkozy junto a su esposa, Carla Bruni, antes de ingresar a la prisión La Santé.

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El traslado de Sarkozy a La Santé — un penal histórico que albergó a figuras como el mariscal Pétain— se realizó bajo estrictas medidas de seguridad, con presencia policial masiva y restricciones al acceso mediático. El exmandatario, quien optó por el silencio público durante el trayecto, será alojado en una unidad de aislamiento para personas de alto perfil, con celda individual, ducha privada y acceso limitado a teléfono y televisión, según fuentes penitenciarias.

 Su defensa solicitó libertad provisional pendiente de la segunda instancia, un trámite que podría resolverse en un mes, mientras Sarkozy mantiene su inocencia y califica el proceso como un "escándalo judicial" motivado por "venganza política". El caso que llevó a Sarkozy a prisión se remonta a la campaña presidencial de 2007, cuando fue acusado de participar en una red para captar fondos no declarados del régimen de Muamar Gadafi en Libia, destinados a su candidatura. El tribunal concluyó que existió una "estructura deliberada" para canalizar donaciones ilegales, aunque no probó que Sarkozy recibiera o usara personalmente el dinero. 

En su última declaración pública antes de ingresar, Sarkozy afirmó: "No es un ex presidente de la República quien está siendo encarcelado esta mañana, sino un hombre inocente", y agregó: "La verdad triunfará. Pero el precio a pagar habrá sido demoledor". Su defensa insiste en que es víctima de una "persecución judicial" orquestada por opositores, y anunció apelaciones ante el Tribunal de Casación, el máximo instancia penal francesa.