Según las últimas actualizaciones, el terremoto de magnitud 6.0 que sacudió el este de Afganistán este domingo 31 de agosto ha dejado un saldo devastador.

El gobierno talibán reporta al menos 1,411 muertos y 3,124 heridos, con la provincia de Kunar siendo la más afectada, donde se registran más de 5,400 viviendas destruidas.

Las labores de rescate continúan en zonas montañosas de difícil acceso, complicadas por deslizamientos de tierra y lluvias recientes.

La ONU estima que más de 12 mil personas han sido directamente impactadas, y se espera que la cifra de víctimas aumente debido a la inaccesibilidad de algunas aldeas y la precariedad de las construcciones de adobe.

Los hospitales en Kunar y Jalalabad se encuentran desbordados por la llegada constante de heridos. El portavoz del Ministerio de Salud, Sharafat Zaman Amar, aseguró que las víctimas no solo requieren atención inmediata por el seísmo, sino también tratamientos posteriores ante infecciones, desnutrición y problemas de salud mental.

Organizaciones humanitarias, como la Media Luna Roja, advierten que muchas personas siguen atrapadas bajo los escombros, y se han movilizado fondos de emergencia, incluyendo 5 millones de dólares de la ONU y 1.34 millones de dólares del Reino Unido para apoyar las operaciones de rescate y ayuda.

Afganistán sufre terremotos con frecuencia, especialmente en la cordillera del Hindu Kush, cerca de la unión de las placas tectónicas euroasiática e india.

En 2015, más de 380 personas murieron en Pakistán y Afganistán cuando un potente terremoto de magnitud 7.5 azotó ambos países, con la mayor parte de las muertes en Pakistán.

En ese desastre, 12 niñas afganas murieron aplastadas en una estampida mientras intentaban huir del edificio de su escuela, que se tambaleaba.

En junio de 2022, un terremoto de magnitud 5.9 azotó la empobrecida provincia fronteriza oriental de Paktika, causando la muerte de más de 1,000 personas y dejando a decenas de miles sin hogar.

Un terremoto de magnitud 6.3 golpeó Afganistán el 7 de octubre de 2023, seguido de fuertes réplicas. El gobierno talibán estimó que al menos 4,000 personas perecieron.