Trump y los dueños de la tecnología mundial: inversiones millonarias y la silla vacía de Musk
El presidente reunió a Zuckerberg, Cook, Pichai, Nadella, Bill Gates, Brin y a otros gigantes de la industria en un encuentro cargado de anuncios millonarios e imágenes de poder. La ausencia de Elon Musk marcó la nota discordante en una noche que expuso la nueva relación entre la política y la inteligencia artificial.
La Casa Blanca fue escenario de una postal que refleja el nuevo equilibrio global entre política y tecnología. Donald Trump organizó una cena en el Comedor de Estado con algunos de los empresarios más influyentes del planeta, los verdaderos “dueños del futuro” digital: Mark Zuckerberg (Meta), Tim Cook (Apple), Sundar Pichai (Google), Satya Nadella (Microsoft), Bill Gates (Microsoft), Sergey Brin (Google), entre otros.
En la mesa también estuvieron Greg Brockman (OpenAI), Safra Catz (Oracle), David Limp (Amazon), Sanjay Mehrotra (Micron), Vivek Ranadivé (TIBCO), Shyam Sankar (Palantir), Alexandr Wang (Scale AI) y Jared Isaacman (Shift4 Payments). Una alineación de lujo que convirtió el encuentro en mucho más que un simple evento protocolar: fue la foto de Trump junto a quienes definen el rumbo de la inteligencia artificial, la nube, los chips y los datos que gobiernan el mundo.
El presidente rodeado de gigantes
Trump no se conformó con posar para la foto. Fiel a su estilo, recorrió la mesa y pidió cifras concretas de inversión. Zuckerberg anunció 600.000 millones de dólares para Estados Unidos, Cook repitió el mismo número, Pichai prometió 250.000 millones y Nadella sorprendió al detallar que Microsoft planea destinar 80.000 millones de dólares por año.
“Esto está llevando a nuestro país a un nuevo nivel”, dijo el presidente, con satisfacción visible, en medio de elogios cruzados. Fue una escena de mutua conveniencia: Trump se mostró como el líder capaz de reunir a los titanes de la innovación, mientras que los ejecutivos se aseguraron un canal directo con un presidente volátil pero poderoso.
El gran ausente: Elon Musk
La silla vacía que más se notó fue la de Elon Musk. Antiguo aliado de Trump y figura central del ecosistema tecnológico, Musk rompió públicamente con el presidente a principios de este año. Su ausencia envió un mensaje político: la nueva mesa de poder en Washington puede girar sin él.
En contraste, quien sí estuvo presente fue Sam Altman, CEO de OpenAI, rival de Musk en la batalla por la inteligencia artificial. También apareció Jared Isaacman, el fundador de Shift4 Payments que alguna vez fue promovido por Trump para liderar la NASA, pero cuya nominación fue retirada por considerarlo “demasiado demócrata”.
La omisión de Musk, que en otros tiempos habría ocupado un lugar central, expuso la fragilidad de las alianzas personales en el universo trumpista y mostró que los vínculos del presidente con Silicon Valley son ahora más amplios pero también más selectivos.
Melania y la inteligencia artificial
La cena estuvo precedida por una reunión del nuevo Grupo de Trabajo sobre Educación en Inteligencia Artificial, encabezado por la primera dama Melania Trump. Allí, líderes como Pichai, Arvind Krishna (IBM) y Cameron Wilson (Code.org) debatieron sobre el impacto de la IA en las aulas.
“La IA ya no es ciencia ficción. Es nuestro presente”, dijo Melania, que sorprendió con un tono didáctico y, al mismo tiempo, advertido: “Como líderes y padres, debemos tratar a la inteligencia artificial como a nuestros propios hijos: empoderándola, pero con una guía atenta”.
La primera dama aprovechó la ocasión para recordar la ley Take It Down Act, sancionada en mayo, que penaliza el uso de deepfakes con fines de explotación sexual, y para relanzar un concurso nacional que invita a estudiantes de todo el país a usar IA para resolver desafíos comunitarios.
Tecnología, política y tensiones internas
La velada no estuvo exenta de ruido político. Ese mismo día, el senador republicano Josh Hawley, uno de los aliados más cercanos de Trump, arremetió contra la industria tecnológica, reclamando mayor regulación de los sistemas de inteligencia artificial y apuntando directamente contra Meta y ChatGPT.
Trump, lejos de tomar distancia, volvió a mostrar su ambivalencia: horas antes había publicado en redes sociales una serie de memes y videos generados por IA, algunos de ellos satíricos, pese a que días atrás había criticado la proliferación de “videos engañosos” creados con esa tecnología. “Si sucede algo realmente malo, quizá tenga que culpar a la IA”, ironizó el presidente.
Un Mar-a-Lago en Washington
La cena iba a realizarse en el Rose Garden, recientemente remodelado con mesas y sombrillas que imitan la estética del club Mar-a-Lago en Florida, la verdadera residencia política de Trump. El mal clima obligó a trasladar la reunión al Comedor de Estado, pero el mensaje se mantuvo: el presidente buscó mostrar cercanía, lujo y control sobre la escena.
El simbolismo no pasó inadvertido. Trump trasladó la estética de su club privado al corazón de la Casa Blanca, mezclando lo personal con lo institucional, en un gesto que refuerza su marca política y su estilo de liderazgo.
Los que mueven el mundo digital
Más allá de las anécdotas, lo que quedó claro es que la reunión fue con “los que manejan el mundo tecnológico”. Cada nombre en la lista representa un pilar de la nueva economía: redes sociales, hardware, inteligencia artificial, semiconductores, procesamiento de datos. Su peso supera en muchos casos el PBI de países enteros.
La foto de Trump en el centro de esa mesa buscó enviar un mensaje geopolítico: Estados Unidos no solo lidera la política mundial, sino que concentra el poder de las corporaciones que definen el presente y el futuro.
El encuentro de Trump con los titanes tecnológicos reflejó un delicado equilibrio: elogios mutuos, inversiones prometidas, gestos de poder… y la sombra de la ausencia de Musk.
La foto sirve como radiografía del presente: Trump busca consolidarse como el presidente que puede atraer y dominar a los gigantes de Silicon Valley, mientras las empresas necesitan del Estado para garantizar condiciones favorables en la carrera de la inteligencia artificial.
Pero, al mismo tiempo, la cena dejó señales de un tablero en movimiento: la política se acomoda al nuevo poder digital, las alianzas se redefinen y hasta los líderes más influyentes pueden quedar afuera si desafían al centro del poder.
La imagen final es contundente: Trump en la Casa Blanca, rodeado por Zuckerberg, Cook, Pichai, Nadella, Gates y Brin. Una mesa de multimillonarios, los que manejan el mundo tecnológico. Y un vacío que grita más fuerte que las palabras: la silla que debía ocupar Musk quedó vacía.