12/12/2024

opinion

Doce meses

El primer año de Gobierno tiene varias aristas para medir. Nos pararemos en los dos elementos más fuerte que puede mostrar el equipo de gestión y una promesa de campaña no cumplida, que de no concretarse lesiona la credibilidad presidencial.

Por
Matías Frati

La tentación de hacer un análisis a un año del inicio de la gestión del Gobierno de Javier Milei es inevitable y, hasta diría, oportuna. Porque la manera que tenemos de empezar a evaluar las cosas con cierta responsabilidad es con el paso del tiempo. Éste nos da la dimensión necesaria para poder observar, con tranquilidad, si lo realizado responde solamente a reacciones de coyuntura o si tienen, en el fondo, algún sentido más dogmático.

Que el primer año de gestión estuvo caracterizado por los ruidos del estilo propio del Presidente, nadie lo negaría. Mucha discusión pública en las redes sociales y adhesiones o disputas bizarras. De esas que son de su impronta, como lo fueron siempre. Pero eso no fue un obstáculo para que también puedan lucirse actos de gobierno reales y concretos. De esos que modifican el estado actual de algo.

La incorporación del ministro Federico Sturzenegger al Gobierno también le dio un vuelo diferente en la comunicación. Porque a pesar de ser un técnico duro y puro en lo suyo, cada vez que pone algo en su cuenta personal de X (antes Twitter) genera cosas. Y sacude la estructura cómoda en la que se encuentra mucha gente.

Podríamos decir que él, junto al jefe de gabinete Guillermo Francos, y el ministro de economía Luis Caputo, conforman el verdadero tridente que sustenta el poder del Presidente. Y esto no le quita mérito alguno a Milei. Todo lo contrario. Lo pone en un escalón más alto que el de ellos, dado que es quien los ha elegido para que lo acompañen en la gestión.

Hasta la participación de Karina Milei, a cargo de los asuntos más sensibles vinculados al entorno más próximo del Presidente y la gestión de gobierno, queda relegada a un segundo plano detrás del tridente antes mencionado. Y todos ellos son, sin dudas, el verdadero corazón de la gestión presidencial. Luego aparecen otros actores importantes pero que complementan o equilibran con precisión la estructura primaria.



Sturzenegger junto al jefe de gabinete Guillermo Francos, y el ministro de economía Luis Caputo, conforman el verdadero tridente que sustenta el poder del Presidente.

Gestión en un año

Hay un logro sustancial del que poco se habla pero que sirve a los ojos de los futuros inversores externos: el indicador de libertad económica que mide la Fundación Heritage a nivel global, cuya primera interpretación hace en nuestro país la Fundación Libertad y Progreso. Este dato muestra un recupero de la Argentina en el contexto de la libertad económica internacional, y según proyecciones de Libertad y Progreso nuestro país subió 61 posiciones en 2024, saltando del puesto 145º al 84º.

Bajo este escenario, Argentina pasaría a tener los niveles de libertad económica más altos en más de 20 años (desde el 2002). Mientras, con la mejora, el país se ubicaría entre la mitad más libre del mundo en términos económicos, cuando viene de estar entre el 20% de las economías menos libres.

La importancia de este indicador es que los inversores miran hacia adentro del índice como un elemento interesante antes de dirigir dinero hacia las economías emergentes. Porque se fijan, sobre todo, cuáles son las reglas a las que se debe apegar para operar y para salir de las operaciones, en caso de ser necesario.

En el último Índice de Libertad Económica, Argentina compartió el ranking con países como Mozambique (141º), Laos (142º), Timor Leste (143º), Liberia (144º), Egipto (146º), o Pakistán (147º). Dentro de las economías latinoamericanas superó únicamente a Haití (155º), Bolivia (165º), Venezuela (174º) y Cuba (175º). La proyección de Libertad y Progreso posiciona a Argentina en un vecindario sumamente diferente, con un índice de libertad económica que sería similar al de países como Colombia o Italia.

En enero de este año, Libertad y Progreso había estimado que Argentina podría subir más de 90 puestos en el Índice de Libertad Económica si se llevaban adelante todas las reformas que había propuesto el Ejecutivo en diciembre de 2023. Sin embargo, la aprobación parcial de la Ley Bases por parte del Congreso, la judicialización del capítulo laboral del DNU 70/23, el limitado acompañamiento de varias provincias y municipios de la agenda de desregulación y facilitación de inversiones, la falta de reformas para agilizar los procesos judiciales, y el sostenimiento de varios controles cambiarios y de capitales moderaron dicho escenario.

Por otro lado, los especialistas entienden que la mejora en el índice de Libertad Económica genera que el país pueda alcanzar mayores niveles de desarrollo e ingreso por habitante. En base a datos del año 2023, se observa que el ingreso per cápita promedio para las economías libres es 11 veces mayor al de economías con libertades reprimidas.

Por donde continuar

Entre las deudas que tiene la administración hay una que es notoria y que pesa como la Espada de Damocles sobre el futuro de la credibilidad del Presidente, y es la dolarización. Fue una de las promesas de campaña más fuerte, y si bien persiste la idea de que eso puede ocurrir, también está la posibilidad de que el paso del tiempo vaya diluyendo el formato de aquella promesa electoral.

Puede ser verdad que todavía no estén dadas las condiciones para alcanzar esa dolarización, porque la inflación todavía sigue siendo un dato del presente, y porque la gente podría acudir al dólar como resguardo de valor ante una paridad como la ocurrida en la década del noventa. Pero, así y todo, la promesa incumplida lesiona credibilidad. Y eso lo sabe la gestión.

Para el segundo año de mandato Milei deberá revisar las cosas que quedan incompletas de estos primeros doce meses. El logro más importante es la reducción de la inflación y haber logrado una recuperación de los datos macroeconómicos evitando una hiperinflación. Porque de ese escenario es más sencillo lucir airoso por el efecto del "gato muerto" o "rebote" pero las consecuencias para la gente son más empobrecimiento.

Lo que viene será crucial para que se afiancen las bases de un nuevo ciclo de poder donde el crecimiento real sea por virtud y no por consecuencia de un piso demasiado bajo.

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