En Argentina, más de 1,5 millones de personas se dedican al trabajo doméstico, un sector esencial para el funcionamiento de miles de hogares. Sin embargo, el 70% de estas trabajadoras continúa desempeñándose sin registración formal, lo que las deja expuestas a condiciones laborales precarias, falta de acceso a derechos básicos como la seguridad social, obra social y jubilación.

El trabajo doméstico, compuesto mayoritariamente por mujeres, enfrenta una histórica informalidad laboral. Según datos del Ministerio de Trabajo, aunque se han impulsado campañas de regularización y beneficios fiscales para quienes registren a sus empleadas, la informalidad sigue siendo alarmante.

A pesar de los benefecios para empleadores que registren a sus trabajadoras, el avance ha sido lento y la informalidad persiste como un problema estructural.

La falta de registración no solo afecta a las trabajadoras en términos de estabilidad económica y acceso a derechos, sino que también las coloca en una situación de vulnerabilidad frente a despidos arbitrarios, accidentes laborales y falta de cobertura médica. Además, en muchos casos, estas trabajadoras enfrentan jornadas extensas y salarios por debajo del mínimo establecido