09/04/2025
No hay cocina argentina sin salsa de tomate. Está presente en los domingos de pastas caseras, en las milanesas a la napolitana del mediodía, en la pizza con muzzarella y hasta en guisos reconfortantes de invierno. Pero no todo es color rojo: muchas veces, la salsa queda demasiado ácida o con una textura poco amable al paladar.
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¿La solución? Está en la alacena. Una pequeña cantidad de bicarbonato de sodio puede hacer maravillas en la cocción de tu salsa. Este ingrediente, económico y accesible, actúa como neutralizante natural de la acidez del tomate.
No se trata de una moda gourmet ni de un invento trendy: es pura química casera. El bicarbonato, al ser alcalino, reacciona con los ácidos del tomate y genera una transformación real en el sabor y la textura.
Los tomates -sobre todo los enlatados- tienen ácidos naturales que, al cocinarse, pueden generar un sabor 'rasposo' o agrio. El bicarbonato contrarresta esa acidez y equilibra el sabor final sin necesidad de sumar azúcar ni crema.
Además, al cambiar ligeramente el pH, mejora la integración de los ingredientes y deja una salsa más suave, uniforme y cremosa.
Entre 1/4 y 1/2 cucharadita por litro de salsa.
Se agrega de a poco, mientras la salsa hierve, y se mezcla con cuidado.
Vas a notar que hace burbujas: es la reacción química. Cuando desaparecen, la magia está hecha.
Importante: no te pases. Si ponés demasiado bicarbonato, el sabor se arruina. Pero si usás la cantidad justa, vas a notar la diferencia desde la primera cucharada.
Este pequeño ajuste no solo mejora el plato. También puede ayudarte a:
Evitar el ardor estomacal que provocan algunos platos con mucha salsa.
Lograr una textura más pareja, sin grumos ni excesos de aceite.
Mantener la receta original sin necesidad de agregar azúcar u otros ingredientes que la alteren.
Muchos cocineros caseros ya lo incorporaron a su rutina, pero también hay chefs profesionales que lo utilizan, especialmente cuando trabajan con grandes volúmenes de tomate y necesitan un sabor constante. Lo mejor es que no cambia la receta: la mejora desde adentro.
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