05/11/2024
Kamala Harris, por el Partido Demócrata, y Donald Trump, por el Partido Republicano, se enfrentan en una carrera que se definirá voto a voto, especialmente en una serie de estados que juegan un papel crucial: los llamados *swing states* o estados péndulo. Estos siete estados, que concentran una gran cantidad de electores, son los que tienen el potencial de inclinar la balanza en favor de uno u otro candidato.
Los *swing states* de este año son: **Pensilvania**, **Michigan**, **Arizona**, **Georgia**, **Nevada**, **Wisconsin** y **Carolina del Norte**. Cada uno de estos estados tiene una cantidad significativa de electores, lo que los convierte en objetivos prioritarios para ambos partidos. En el sistema electoral de Estados Unidos, la presidencia no se decide directamente por la cantidad de votos populares, sino por el Colegio Electoral, compuesto por 538 electores. Para ganar, un candidato debe obtener al menos 270 votos del Colegio Electoral, distribuidos entre los estados de manera proporcional a su población.
- **Pensilvania**: 19 electores
- **Georgia**: 16 electores
- **Carolina del Norte**: 16 electores
- **Michigan**: 15 electores
- **Arizona**: 11 electores
- **Wisconsin**: 10 electores
- **Nevada**: 6 electores
Estos siete estados, donde la contienda está especialmente pareja, serán los que atraigan la mayor atención, los mayores esfuerzos de campaña y, sin duda, los mayores montos de inversión publicitaria por parte de los partidos.
En Estados Unidos, el sistema electoral es indirecto. Esto significa que los votantes no eligen directamente al presidente, sino que eligen a los electores que forman el Colegio Electoral, que a su vez designan al presidente. Cada estado tiene una cantidad determinada de electores, que varía según su población. Los siete estados clave, con sus respectivos electores, son considerados *swing states* o *campos de batalla* debido a que en ellos tanto los demócratas como los republicanos tienen probabilidades similares de ganar, lo que los convierte en decisivos.
A lo largo de las últimas décadas, los *swing states* han sido el centro de las elecciones estadounidenses. Desde 1992, 30 de los 50 estados han cambiado de partido, eligiendo al candidato presidencial opuesto al ganador de la elección anterior, y muchos de estos estados lo han hecho por márgenes muy ajustados. En algunos casos, las victorias se han logrado con menos del 3% de los votos, lo que subraya la imprevisibilidad y la importancia de cada voto en estos estados.
Las principales estrategias de campaña en esta elección se están concentrando en dos bloques geográficos clave. El primero es el **cinturón industrial**, compuesto por **Michigan**, **Wisconsin** y **Pensilvania**, estados que en las últimas elecciones han sido decisivos y cuyo resultado fue muy estrecho. La segunda región, el **cinturón del sol**, incluye **Arizona**, **Georgia**, **Nevada** y **Carolina del Norte**, estados que, aunque tradicionalmente republicanos, han visto un aumento en el apoyo a los demócratas en los últimos años.
Tanto **Harris** como **Trump** han volcado grandes recursos en estos estados. Las encuestas indican que la lucha será cerrada en cada uno de ellos, y el ganador de estos estados podría tener un camino más claro hacia la Casa Blanca.
Los *swing states* son conocidos por su volatilidad electoral, ya que en cada elección pueden inclinarse hacia un partido u otro dependiendo de diversos factores como la economía, el perfil de los candidatos y el contexto político del momento. Desde 1992, por ejemplo, 26 estados han tenido victorias con márgenes de menos del 3% de los votos, lo que refleja la competencia feroz que caracteriza a estas zonas del país.
A pocas horas de las elecciones, el panorama es incierto. Aunque se sabe de antemano qué color teñirán la mayoría de los estados, los *swing states* son los que podrían decidir el rumbo de la elección. Es probable que el conteo de votos en estos estados se prolongue durante varios días después de la jornada electoral, lo que solo aumentará la tensión y la expectación de la ciudadanía, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
En última instancia, para lograr la victoria presidencial, un candidato necesita al menos 270 de los 538 votos del Colegio Electoral. Aunque los votos populares pueden ofrecer una idea general del apoyo a cada candidato, son los electores de los *swing states* los que realmente determinan el resultado final. Como siempre, estas elecciones se definen por márgenes extremadamente ajustados en los estados más disputados.
Con el destino de la Casa Blanca en juego y el resultado de la elección que probablemente se definirá en unos pocos estados, la atención de la política global está puesta en lo que sucederá en la noche del 5 de noviembre. Las horas previas a la votación son decisivas y, en este contexto, cada voto cuenta.
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