18/05/2025

opinion

La Escarapela Argentina: Entre el Símbolo Patriótico y su Uso Político Actual

El Día de la Escarapela Argentina, conmemorado cada 18 de mayo, revive un símbolo nacido en 1812 por iniciativa de Manuel Belgrano para distinguir a los patriotas del ejército español. Aunque se presenta como emblema de unidad nacional, su uso actual revela tensiones entre el relato oficial y las voces críticas que cuestionan la instrumentalización de los símbolos patrios. Desde actos escolares repetitivos hasta campañas publicitarias vacías, la escarapela es invocada por todos los sectores del poder, mientras movimientos populares y educadores buscan resignificarla como símbolo de justicia social, memoria y participación activa en la historia.

Por
Melina Schweizer

Origen y evolución de la escarapela argentina

Escarapelas celestes y blancas sobre la bandera nacional. Cada 18 de mayo se conmemora en Argentina el Día de la Escarapela, símbolo patriótico creado en 1812 por Manuel Belgrano para diferenciar a los patriotas del ejército realista español. Inicialmente Belgrano solicitó al Primer Triunvirato la "escarapela nacional" de color celeste y blanco (omitiendo el rojo realista) como distintivo de los soldados. Desde entonces, la escarapela (cinta o cucarda) se lleva en el pecho como amuleto de identidad. Años después, en pleno centenario (1934/41), el Estado argentino institucionalizó el 18 de mayo como efeméride obligatoria en las escuelas: en 1941 el Consejo Nacional de Educación decretó que ese día "debe recordarse en todas las escuelas de la Argentina".

1812: Belgrano crea la escarapela celeste y blanca para el ejército revolucionario.

1810 (mito): Las leyendas de French y Beruti repartiendo cintas blancas en el Cabildo han sido matizadas; en realidad, aquellas cintas simbolizaban la adhesión a la causa patriota tras la caída de Fernando VII.

1934/1941: Maestras porteñas proponen solemnizar la escarapela. En 1941 la fecha (18 de mayo) se fija oficialmente en el calendario escolar argentino.

Actualidad: La escarapela no figura en la ley de símbolos patrios -no es un emblema "oficial" como la Bandera o el Himno- pero su uso sigue siendo masivo en celebraciones cívicas.

Institucionalización y ritual escolar
Desde 1951 el Estado exige actos patrióticos en los colegios cada 18 de mayo. Los actos escolares con escarapelas son "infaltables" en primaria. Un sitio oficial del municipio bonaerense celebra que la fecha está en el calendario escolar «con la premisa de 'fortalecer nuestra identidad como Nación a través de los símbolos patrios. Conocer su historia y significado'». Así, los libros escolares ilustran la escarapela como "primer símbolo patrio" y el maestro la enarbola para inculcar civismo: "Es un símbolo patrio... que fue solicitado por el Gral. Belgrano... fomentando el espíritu nacional".

En la práctica, esas ceremonias implican discursos solemnes y canciones patrióticas. En la Semana de Mayo la escarapela adorna pechos, banderas y aulas. Las actividades escolares oficiales traman una memoria romántica: el héroe que la pedía, los colores del cielo y la Virgen, los valores de unidad y libertad. Por ejemplo, medios como Billiken elogian que la escarapela "nos transporta al 18 de mayo de 1812" y "simboliza la unión de los argentinos", e instan a verla como "recordatorio vivo de nuestra historia... de aquellos hombres y mujeres valientes que lucharon por nuestra independencia". Sin embargo, esa visión edulcora el pasado y oculta conflictos.

Apropiación política y mediática

La escarapela también figura en el discurso de las elites. Cada gobierno, partido o corporación la exhibe como emblema de unidad nacional. En la TV y los diarios la imagen celeste y blanca es omnipresente: funciona como telón de fondo en discursos, documentales y hasta campañas publicitarias patrioteras. Por ejemplo, medios masivos destacan que aunque la escarapela "no es considerado un símbolo patrio oficial" sigue siendo "muy popular en la sociedad", reforzando así la idea de que todos los sectores políticos la comparten.

Sin embargo, críticos señalan que esta narrativa oculta intereses creados. Un estudio docente argentino advierte sobre el "relato nacionalista cerrado" imperante en discursos políticos y medios. En ese relato, la escarapela se convierte en fetiche: exige la memorización de héroes y consignas en lugar del debate. Tal análisis pedagógico concluye cuestionando "la pertinencia de celebrar los hechos del pasado desde un relato romántico que discierne la historia entre héroes y villanos". En otras palabras, se pregunta qué función tiene aplaudir cantos de "gloria y honor" en políticos de hoy, cuando deberíamos discutir cómo la verdadera historia es compleja. Estos especialistas insisten en que los actos patrios en la escuela, por su carácter ritual, a veces entorpecen el pensamiento crítico y consolidan visiones estancas impuestas desde el Estado.

Resignificación popular y críticas desde la base

Ante la apropiación oficial, sectores populares buscan reapropiar la escarapela de modo crítico y solidario. Por ejemplo, organizaciones de derechos humanos pueden incorporar la cinta celeste y blanca en los pañuelos de las Madres o utilizarla en actos recordando luchadores sociales, subrayando que la "patria" también incluye memoria de los oprimidos. Algunos artistas reinterpretan la cucarda para convocar a la justicia social más que al patriotismo burocrático. Sin perder la referencia histórica (como el gesto de las damas porteñas de 1810), se la reivindica en clave feminista u obrerista. Incluso circula la idea de que «lo celeste y blanco» debería servir para otro futuro: un país "más fuerte, más justo y más inclusivo", no solo para aplausos al pasado.

En las calles o en redes sociales se hace notar esta tensión. Por ejemplo, algunos alumnos y maestros comentan cómo en cada acto escolar se repite la liturgia patriota, cuestionando si hay lugar para la discrepancia. Como apunta un estudio pedagógico, en los relatos oficiales no suele presentarse la revolución de Mayo con "voces contradictorias" ni espacio para el pensamiento crítico. Se critica que se siga entonando el himno y extendiendo la escarapela sin cuestionar: ¿se enseña historia o simple canonización de próceres?.

Celebraciones recientes y testimonios

En los últimos años los medios informaron actos escolares con escarapelas, fotos de banderas y discursos de funcionarios. Por caso, notas del gobierno destacaron entregas de insignias y festejos estudiantiles, subrayando la idea de "formar ciudadanos" con amor por la patria. Sin embargo, también aparecen voces discrepantes. Algunas maestras comentaron en blogs o redes educativas que buscan ir más allá del acto formal: organizan debates sobre el sentido de la escarapela, o inventan obras de teatro donde los niños preguntan quién fue Belgrano y por qué un símbolo que tuvo madres populares (las damas que repartieron cintas) ahora es sólo "de los de arriba".

El Día de la Escarapela sigue siendo ocasión de festejo oficial -con banderas, himnos y cucardas celeste y blanca- pero también de reflexión. Como advierten educadores críticos, en un país con tantas desigualdades el patriotismo no debería limitarse a ceremonias vacías: "¿Cuál es la función de entonar las estrofas de 'gloria y honor' a funcionarios argentinos del siglo XXI?" se preguntan, invitando a resignificar la escarapela como símbolo de una patria posible que incluya a todos, no sólo a los poderosos.


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