09/05/2025
Mauro Ketlun es un soldador, pero también un escultor. Un hombre de oficio, aunque también influencer. Nacido en Villa Pueyrredón hace 50 años, el protagonista de esta historia reveló a El Bonaerense como pasó de ser un corporativista, a cambiarle la vida a personas con una herramienta, colaborar para la reinserción de presos a la sociedad y demostrar que en la vida existen las 'segundas oportunidades'.
Mauro trabajó 25 años en diferentes empresas y funcionó como director y gerente en varias de ellas. Sabía manejar herramientas o elementos manuales, los cuales tomaba como un hobbie. Todo lo conoció mediante su padre que tenía un taller. Pero nunca sintió el aprender como una obligación, sino que lo disfrutaba. Aunque sólo lo aprovechaba en el poco tiempo libre que tenía. 'Tenía 2500 personas a cargo desde México hasta Argentina', explicó. Sin embargo, hubo un quiebre antes de la pandemia que le hizo repensar no sólo su futuro, sino también su vida.
'Me pasaron un par de cosas personales. Falleció mi hermana y me pegué un palo en la ruta del cual zafe afortunadamente. Me replantee qué hacer con mi vida', reveló Mauro.
'Siempre fui un convencido de que, haciendo lo que uno le gusta, la plata viene sola. Sabía que tenía una pasión a la que le tenía que dar más tiempo, por lo que tuve que dejar mi laburo', contó Mauro, el cual se fue del mundo corporativo con la idea de comprar y refaccionar departamentos. Era algo que ya había hecho, aunque esta vez necesitaba concretarlo de una manera diferente. Según él, de un modo más 'artístico'. 'No quería el típico monoambiente, sino algunas propiedades no tan comunes. Las refacciones eran para un público muy de nicho', comentó.
Más allá de este primer paso, Mauro no se sentía cómodo al depender de sindicatos y un gremio. Por lo tanto decidió hacer algo que dependiera de él mismo. Empezó a interesarse en antigüedades en plena pandemia. En una de sus compras, un día conoció a un hombre que se dedicaba a hacer esculturas y figuras con elementos reciclables. Mauro tiene como mascota a Clementina, una chanchita, así que se le ocurrió una idea. 'Le pido que me haga un chanchito (una figura). Pero me dijo que sólo hacía gallos. Así que, como sabía soldar, lo hice yo', recordó.
A partir de ahí, Mauro comenzó a hacer de todo. Desde figuras como chanchitos, hasta esculturas abstractas. No sólo que nunca renunció al sentido artístico, sino que era su motor para lograr su cometido. Empezó a incorporar varios materiales a sus obras, como el hierro.
Un día, una encargada en una galería de arte, a la cual él le vendía algunas de sus esculturas, le recomendó que se abriera una cuenta de Instagram para expandir sus exportaciones. Y ese fue el principio de algo que, de momento, no tiene fin. Las obras de Mauro no sólo llegaban a exposiciones de arte, sino que también le hizo trabajos a Lionel Messi, Ricardo Darín, entre otros famosos.
'En mi trabajo estaba con muchas personas, por lo que también necesitaba socializar. Así que un día puse un aviso en Instagram y hoy le doy clases a 50 personas', justificó Mauro, que también explicó que no tenía tiempo para dar más clases. Aunque eso es algo que le gustaría. 'Arrancamos hace dos años. Tengo mucha gente en espera porque no me dan los tiempos. Al principio les enseñaba a encastrar, pero vieron que la mayoría de mis esculturas estaban soldadas. Entonces me pidieron aprender a soldar', continuó.
Había tanta gente interesada en aprender a soldar que Mauro tuvo que hacer un curso los sábados, específicamente sobre eso. Con el paso del tiempo también lo sumaron para enseñar en algunos colegios evangélicos. La misma gente que lo reclutó, le propuso instruir a presos que no sabían leer y escribir. 'A los presos les sirve por un tema de puntaje, porque se hacen cursos de oficio para la reinserción a la sociedad y les ayuda a reducir la condena. Todo lo que sea soldar, unir, fusionar, mejorar y reparar, me interesa. Ayudar a una persona que muy difícilmente se pueda reinsertar laboralmente en un mundo corporativo, que o pueda hacer en el oficio, que también es muy digno y muy lindo', explayó Mauro, a lo que todo lo que lo rodea en la vida lo elige ver como una metáfora positiva. 'Yo fui a la cárcel con la idea de que a uno le guste y me encuentro con que salen todos fascinados', redondeó.
Más allá de lo contento que se siente Mauro con estas clases, al principio no estaba del todo seguro. 'Yo estaba concentrado en los colegios y el tiempo mío era finito. Pero si estos tipos podían salir de la cárcel con algo para dar, para la sociedad iba a ser recontra positivo. No hay tiempo mejor invertido en un lado o en el otro, sino que es distinto y es un bien a la sociedad por igual', explicó.
Mauro también se animó a hablar del presente del oficio, el cual, quizás para el ojo cotidiano se está perdiendo. Pero el protagonista de esta historia no lo ve tan así. 'En los últimos años capacité a casi 1500 personas. Casi la mitad que vienen a capacitarse son mujeres, es impresionante', reveló. Aunque también dijo que mucho se debía a que las herramientas eran mucho más fáciles de manejar en la actualidad. 'Antes la soldadora de mi viejo pesaba, no sé, 100 kilos. Ahora una máquina pesa un kilo y medio. Todos los materiales son más livianos y fáciles de usar. Una soldadora tiene una tecla de encendido y una perilla de amperaje y ya está, no tiene secreto. Yo enseño a soldar en tres horas y la gente se va sabiendo a soldar, literal', desarrolló Mauro, que también empezó a dar clases virtuales porque ni hace falta que él este presente para que el otro aprenda.
Aparte de las particularidades del oficio, Mauro se apoya más en la soldadura porque la toma desde el lado artístico. 'Me conectó con un montón de cosas porque tiene mucho que ver conmigo. Materiales reciclados que hablan de una segunda oportunidad. Las segundas oportunidades las tengo presente para todo, salvo en las parejas', bromeó.
El poder del aprendizaje, en este caso con Mauro, es muy poderoso. No sólo se trata de un hobbie, un gusto o un intento. Hubo algunas personas a las cuales le cambió la vida aprender de él. 'Me pasó con seis o siete personas que, una vez que aprendieron conmigo, dejaron su trabajo y empezaron a laburar de herrero. No sólo ganan más, sino que son más felices', contó. 'Me interesa contagiar esto. Hay que propagar esto. La gente no tiene idea de los sencillo que es y te puede cambiar todo'.
Aunque el oficio suele ser algo muy tradicional, las fronteras de la comunicación o del aprendizaje de Mauro van más allá. Su cuenta de Instagram (@mauroketlun) no sólo publicita sus cursos, sino que también funciona como la de un influencer. Sube contenidos de lo que hace en sus cursos, pero también sobre datos curiosos o historias desconocidas en lo cotidiano. Como por ejemplo sobre el tanque de gas en la General Paz, o una historia de amor en un pueblito bonaerense representado por un calco de la casita de Tucumán. 'Me interesa aprender sobre lo que veo. Primero por mí, pero también porque no me cuesta nada compartirlo. Soy licenciado en comunicación, aunque tuve que aprender a cómo manejarme en la actualidad porque todo cambió', explicó.
'Mi objetivo es aumentar la empleabilidad de las personas con las cuales tengo contacto. Tengo en mente esto de las segundas oportunidades. Ahora con la gente de la cárcel. Pero también con un proyecto de viajar por la Argentina junto a mi chanchita en una combi, para enseñar a soldar a personas que lo necesiten en algunos pueblitos. Estoy tratando de conseguir algún sponsor de alguna soldadora para dejarles la máquina y el oficio aprendido. Pero necesito el sponsor porque dejaría un mes de laburar. Sería genial para enseñar e inspirar a otros', desarrolló Mauro, el cual tiene bien en claro sus valores y lo que necesita para lograrlo. Se trata de ayudar, enseñar y, al mismo tiempo, aprender. No sólo sobre las segundas oportunidades, sino también en lugares en los cuales no apareció la primera chance. 'Sumar un granito de arena dónde no llega nadie', finalizó.
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