20/05/2025
Brócoli, espinaca y repollo son las estrellas del mes de mayo para quienes quieren iniciarse en el mundo de la huerta urbana o mejorar sus hábitos alimentarios desde casa. Con el otoño instalado en la ciudad, las temperaturas más bajas y la luz tenue favorecen su crecimiento y potencian su sabor.
Sembralo en almácigo y transplantalo luego de un mes. Este vegetal requiere riego constante, buena separación entre plantas y una espera de entre 11 y 15 semanas para su cosecha ideal, cuando las cabezas están firmes y verdes.
En la cocina porteña: ideal para gratinados con queso, salteados con ajo o como base de sopas invernales. El brócoli fresco tiene un sabor más dulce y una textura inigualable.
La espinaca puede ir directo a la tierra o a una maceta ancha con buen drenaje. A los dos meses está lista para cosechar, justo cuando sus hojas lucen firmes y de un verde intenso.
En tu menú: perfecta para tartas, omelettes, pastas caseras o simplemente salteada con aceite de oliva. Un clásico porteño: la tarta de espinaca con pasas y queso.
El repollo requiere más sol y tierra suelta, pero compensa con su rusticidad. El cogollo se forma entre las 10 y 14 semanas y anuncia su punto justo cuando se siente firme al tacto.
Tip gourmet: animate a preparar kimchi casero, una ensalada fresca con limón o incluso un repollo asado al horno con manteca de hierbas. En los bodegones porteños, no falta como guarnición tradicional.
Consumir vegetales de todos los colores no solo embellece tus comidas, sino que mejora la salud. La dieta arcoíris, muy popular en la gastronomía saludable porteña, sugiere sumar frutas y verduras variadas en cada comida.
¿Por qué? Porque cada color aporta antioxidantes, vitaminas y minerales diferentes. Así, tu microbiota intestinal mejora, el sistema inmune se fortalece y prevenís enfermedades crónicas sin dejar de disfrutar.
Desayunos con frutas de estación como kiwi, naranja o manzana.
En el almuerzo: ensalada mixta con espinaca, tomate, cebolla y zanahoria.
Guarniciones al horno con brócoli, calabaza y morrón.
Para los más chicos: fideos con salsa de repollo y zanahoria, o pizzas caseras con vegetales coloridos.
Cada vez más porteños se suman al movimiento de las huertas urbanas. Desde balcones y terrazas hasta cocinas que celebran lo casero, el cultivo de verduras se vincula directamente con una alimentación más saludable, sustentable y sabrosa. Hay ferias, talleres y hasta chefs que promueven estas prácticas desde sus restaurantes.
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