El Movimiento y el “Autorespeto”
¿Cómo podemos lograr ese "clic" que nos ayude a romper el "mal hábito" del sedentarismo y convertirnos en una persona que entrena?
En columnas anteriores, hemos conversado sobre la importancia de mantenernos en movimiento sin importar la edad, y cómo la actividad física ha cobrado relevancia en la vida de las personas últimamente. Pero ¿por qué es tan fundamental movernos?
A primera vista, la mayoría asocia el movimiento con la necesidad de mejorar la calidad de vida, ya sea por deseo propio de "vernos mejor" o por recomendación médica. Sin embargo, cuando no hemos desarrollado este hábito desde pequeños, puede resultar complicado incorporar una nueva rutina a la vida diaria. Esto a menudo genera una lucha interna entre la constancia y la disciplina frente al sedentarismo y el abandono.
Hemos destacado la importancia de la perseverancia en el entrenamiento; no veremos los resultados deseados si no somos disciplinados y enfocados en nuestras metas.
Pero ¿cómo podemos lograr ese "clic" que nos ayude a romper el "mal hábito" del sedentarismo y convertirnos en una persona que entrena?
La Conciencia Corporal y el Cambio de Hábitos
Básicamente, cuando movemos el cuerpo, tomamos conciencia de todas las maravillas que este hace a diario, incluso para simplemente mantenerse de pie. Entrenar nos brinda una nueva conciencia y un cuidado hacia nosotros mismos. Empezamos a dormir mejor, a alimentarnos de forma más saludable e incluso a relacionarnos de manera más auténtica con los demás.
Mantenerse en una disciplina a lo largo del tiempo nos lleva a generar nuevos comportamientos que dirigen nuestra vida hacia un camino más sano. ¿Por qué ocurre esto? Porque, sencillamente, si no mantenemos una conducta saludable, nuestro rendimiento en la disciplina elegida se verá afectado. Así, de repente, pasamos de consumir alimentos poco saludables a opciones nutritivas, de beber alcohol a tomar agua, de acostarnos tarde a caer rendidos de sueño al llegar al colchón.
Este cambio se extiende incluso a nuestros círculos sociales. Por ejemplo, si tenemos un grupo de amigos que no respetan nuestra nueva alimentación o nuestro descanso, es posible que dejen de invitarnos a ciertos planes o que nosotros mismos prefiramos no asistir. Lo mismo puede aplicarse a reuniones familiares, las facturas en la oficina o esa pareja que solía traerte choco, entre otros.
Básicamente Podrías pensar: "¿Entonces, para qué hacer todo esto? ¿Para quedarme solo?". No necesariamente. Si nuestras relaciones sociales son verdaderamente genuinas, comprenderán este nuevo cambio de hábitos y acompañarán el proceso sin juzgar ni tentar. Por el contrario, si son auténticas, incluso podrían sentir orgullo o admiración por lo que hacemos, y hasta podríamos inspirarlos a generar esta misma conciencia sobre su propia salud y a "amigarse" con el movimiento.
Construyendo un Hábito Saludable: Paciencia y Autorespeto
Y, ¿cómo podemos evitar abandonar esta nueva modalidad de vida sin sentirnos abrumados?
Lo más importante es que todo debe ser gradual y progresivo. La constancia va de la mano de la organización. Si nunca hemos sido personas con hábitos saludables o de entrenamiento, debemos ir paso a paso. Nadie aprendió a correr sin antes caminar. Es crucial tener respeto y paciencia con uno mismo. Cada día cuenta, cada esfuerzo suma. Es ahí donde desarrollamos un comportamiento diario que genera entusiasmo, porque comenzamos a ver esos resultados iniciales que nos impulsaron a incursionar en esta nueva propuesta de vida. Y es precisamente en este punto donde aparece el AUTORESPETO.
Cuando entrenamos, las endorfinas actúan como analgésicos naturales y neurotransmisores que nos hacen sentir bien. Generan una sensación de bienestar, euforia (conocida como "euforia del corredor") y disminuyen la percepción del dolor, lo que nos ayuda a manejar el esfuerzo físico y el estrés. En resumen, uno es más feliz cuando entrena. Además de todo esto, conocemos personas con propósitos en común, lo que nos lleva a socializar desde un punto de conexión con la disciplina que hemos elegido. Y así, sin más, se genera un nuevo y "buen hábito".
La Conexión Profunda: Relaciones Sociales y Autorespeto
En última instancia, el movimiento es una poderosa herramienta para cultivar el autorespeto. Al priorizar nuestro bienestar físico, estamos enviándonos un mensaje claro: merecemos cuidado, salud y felicidad. Este acto de amor propio no solo transforma nuestra relación con nosotros mismos, sino que también redefine nuestras relaciones sociales.
Cuando nos movemos y cultivamos el autorespeto, la forma en que interactuamos con los demás cambia fundamentalmente. Las amistades y vínculos que se mantienen y fortalecen son aquellos que respetan y celebran tu compromiso con tu bienestar. Te darás cuenta de que, a medida que te valoras más, tiendes a rodearte de personas que te elevan y te apoyan en tus objetivos. Las relaciones superficiales o tóxicas pueden empezar a desvanecerse, no porque te quedes solo, sino porque eliges la compañía de aquellos que realmente entienden y honran la persona en la que te estás convirtiendo.
Este proceso de transformación, impulsado por el movimiento y anclado en el autorespeto, te permite no solo encontrar tu propio equilibrio y felicidad, sino también inspirar a otros. Al priorizar tu salud y bienestar, no solo estás construyendo una mejor versión de ti mismo, sino que estás sentando las bases para relaciones sociales más auténticas, significativas y recíprocamente respetuosas. Es un ciclo virtuoso: cuanto más te respetas a ti mismo a través del movimiento, más genuinas y enriquecedoras serán tus conexiones con el mundo que te rodea.
Macarena Llanir, Entrenadora y Directora de Roses studio and production. IG @roses.prostudio