El salón de la Galería Pasaje 17, el 22 de mayo a las 17:30 hs, se fue llenando despacio, con ese pulso firme que tienen las cosas que no buscan espectáculo, pero cargan sentido. La industria publicitaria, esa misma que durante décadas impuso cuerpos, silencios y eslóganes, estaba a punto de ser interpelada desde adentro y desde abajo. No se trató solo de presentar un libro: fue un acto de memoria, de reparación y de afirmación colectiva en tiempos de retroceso.

Nadar en la manada, es un libro coral editado por PLEP Ediciones y creado por la comunidad de #MEP (Mujeres en Publicidad). Reúne más de 25 relatos en primera persona que exponen las violencias normalizadas en la industria creativa: acoso disfrazado de humor, desigualdad salarial justificada con cinismo, silencios estratégicos, maternidades penalizadas. Una industria que se autopercibe moderna pero que sigue operando con lógica patriarcal, machista y verticalista.

Y en ese salón lleno no solo de cuerpos, sino de historia, de silencios rotos, de memorias compartidas, de todo lo que alguna vez se quiso barrer bajo la alfombra creativa, Nadar en la manada encontró su cauce. Rocío Restaino, fundadora de #MEP, fue la primera en tomar la palabra: “Nuestras historias no suelen salir en los reportes del sector. No estamos en las tapas de las revistas de publicidad. Este libro nace para ocupar ese espacio.”

Nadamos para no hundirnos: feminismo en la industria publicitaria

No es un libro para adornar bibliotecas. Es una bomba de tinta que estalla en las manos. Que deja marcas.

Micaela Kamien, comunicadora y directora de @queridasok, tomó luego el micrófono. Con voz clara y gesto contenido, dijo: “La felicidad de ver este libro publicado tiene un sabor agridulce. Hay algo profundamente hermoso en haberlo construido en ronda, en manada, en colectivo. Pero también duele. Porque poner en palabras estas violencias no es fácil. Además, se huele en el aire: venimos muy calladas. Hace más de un año que el miedo, la bronca o el cansancio nos hicieron bajar la voz, justo cuando veníamos envalentonadas, logrando derechos, avanzando. Y ahora, al hablar, lo que aparece es esa mezcla cruda que se produce entre la indignación y la tristeza compartida.”

No era un diagnóstico, era una reflexión abierta. Y también una advertencia: “Avanza la ultraderecha en el mundo, avanza la batalla antifeminista y de pronto la mitad de la población y más tiene que volver a callarse después de todo el esfuerzo que venimos haciendo desde hace tanto tiempo.”

Nadamos para no hundirnos: feminismo en la industria publicitaria

El tono de la tarde fue un vaivén entre la incomodidad que arde y la calidez de lo que por fin encuentra abrigo. Entre la denuncia que late en cada frase y la complicidad que brota cuando una se sabe escuchada.

Rocío Jazmín Flores, otra de las autoras, lo dijo sin rodeos: “En la escritura se encuentra una forma de sacar a la luz algo que muchas veces queda silenciado por miedo, incluso por nosotras mismas. Escribir es también un acto de justicia simbólica y de sanación colectiva.”

Escribir, entonces, como quien grita en medio del agua para que alguien más escuche. Para saberse acompañada en la marea.

La metáfora que atraviesa el libro —las ballenas nadando en manada— no es sólo poética. Es profundamente política. Porque mientras el sistema premia la competencia, este libro celebra la alianza. La red. El fogón. La ronda.

Nadamos para no hundirnos: feminismo en la industria publicitaria

“Una a veces siente que está nadando sola, aguantando eso que no se nombra”, dijo Flores. “Este libro es una forma de volver a mirar ciertas historias desde otro lugar, ya no desde la culpa o el dolor, sino desde la potencia de transformación desde las vivencias, no como denuncia sino como resistencia.”

Fue también un acto de afirmación frente a la devaluación actual de los espacios, logros y redes de apoyo que tejemos entre mujeres, en un contexto donde avanza el conservadurismo bajo la premisa de una supuesta batalla cultural. Porque lo que construimos juntas importa, aunque las narrativas dominantes intenten minimizarlo o ridiculizarlo.

Este libro lo dice con fuerza: lo que compartimos tiene valor, tiene memoria y tiene futuro. Un fogonazo que incomoda —y así debe ser— en una industria donde todo se disfraza de campaña creativa. Donde el machismo sigue operando desde las sombras, con sonrisas cómplices y discursos progresistas vacíos.

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“Este libro no es una denuncia aislada ni una pieza literaria. Es un registro colectivo que busca construir memoria y abrir la conversación dentro de la industria”, dijeron desde #MEP. Y no exageran. Este libro es una herramienta. Para RRHH, para directivas, para agencias, para quienes todavía creen que no pasa nada.

La pregunta que quedó flotando al final, con olor a tinta y a revancha, fue: ¿Quiénes tienen voz en la publicidad?, ¿Quiénes deciden qué ideas comunicar y cuáles enterrar?. La respuesta no se dio con datos de mercado. Se dio con historias. Con silencios rotos. Con lágrimas y así, entre abrazos apretados y miradas cómplices, nos fuimos. Flotando. Nadando. Juntas.