Por la propia
El anuncio de la baja del precio de los combustibles tiene un alto contenido simbólico.
Desde lo discursivo va al corazón de la masa crítica que persigue el Gobierno, intentando seguir fortaleciendo la musculatura social que le ha dado buenos resultados durante los 16 meses de gestión. Desde lo económico tiene un impacto en los costos logísticos: una caída del 4% en el costo del principal formador de precios del transporte es un dato considerable. Y en lo político sirve para catalizar las quejas de aquellos que todavía miraban de reojo algunas de las acciones de la gestión, teñidas o deslucidas por el estilo personalísimo que el Presidente Javier Milei y varios de sus funcionarios más destacados le imprimen a las medidas.
Equilibrando fuerzas
Más allá de todo esto que ocurrirá a partir de mayo, cuando YPF haga efectiva la baja e impulse a que el resto de las petroleras que operan en el país sigan la misma conducta para no perder mercado entre los consumidores, lo que está en discusión es un nuevo estilo de encarar las cosas.
Ese nuevo estilo quedó demostrado hace semanas atrás -y lo marcábamos en esta misma columna- cuando los distribuidores mayoristas devolvieron las listas con aumentos que enviaron después de la salida del cepo.
Aquel lunes 14 de abril un sector fundamental de la cadena de distribución minorista como es el retail de los supermercados se negó a convalidar los aumentos que Molinos, Unilever y Johnson SC mandaron a los mayoristas.
Puede que estemos frente a un cambio de época. No es ni más ni menos que lo que siempre se puso como ejemplo de los países europeos, donde la sociedad -nos contaban- dejaba de comprar cuando venían subas de precios injustificadas.
Aquí la cuestión se detuvo antes, en la cadena de distribución, porque los mayoristas sí que tienen el pulso de lo que pasa en la sociedad. Saben que se producen dos fenómenos en paralelo: que sus ventas por volumen a los supermercados son menores por la baja de las ventas de aquellos, y que cada día venden más al público minorista, en esta nueva modalidad que con CUIT cualquiera va y compra en una sucursal de los grandes comercios del rubro.
Estabilizar y crecer
En definitiva, la actitud de los mayoristas fue en defensa propia. No hicieron otra cosa que defender sus márgenes de ganancia, porque entendieron que no podían trasladar todo el aumento al siguiente eslabón de la cadena y eso les iba a seguir recortando su parte del negocio.
Algo como lo que ahora acaba de hacer YPF, que en un contexto donde el consumo de combustibles cayó en el último año por efecto de la caída de la actividad económica, quedarse con un margen superior al indicado y no vender era como querer tener el 100% de 0, cuando en realidad siempre es mejor obtener un porcentaje de algo existente.
Ambas cuestiones, vistas en perspectiva, son la antesala de una economía que camina hacia nuevos parámetros de medición. Nuevas bases comparativas, donde habrá que empezar a considerar como "base 100" otros puntos de inflexión que no sean los que se usaron hasta ahora.
Esto quiere decir que nos dirigimos hacia un escenario donde, en el año, los organismos internacionales auguran un crecimiento de 5% para el PBI argentino, la inflación se proyecta en 30% y los precios se imaginan sensiblemente desacelerándose.
Para que esto confluya el 31 de diciembre es necesario un esquema de paritarias laborales bajas. Como la que acaba de firmar Comercio con las cámaras empresariales, que no llega al 6% a pesar de que incluye al salario los aumentos no remunerativos anteriores.
Sin estas cuestiones de fondo, no hay oportunidad de que las metas económicas se cumplan.
Esto es algo que lo saben todos los integrantes de la cadena de valor argentina. Como también conocen con certezas de que es necesario la reducción de impuestos. Algo que se va a terminar de conformar con la nueva reforma impositiva que está diseñando el Gobierno.
Mientras todo esto ocurre, los jubilados seguirán reclamando por un salario más digno, que no sea el 37% de la canasta básica, sino que mejore sustancialmente sus posibilidades de acceder a bienes y servicios de mejor calidad, entre ellos los medicamentos para quienes están en situación de salud delicada.
Si el 2024 era el año de la estabilización económica, algo que finalmente la gestión de Milei logró, este que transitamos debiera ser el año en el cual se sienten las bases para un crecimiento sostenido por los próximos 20 años. De esa manera el país podrá salir adelante y los argentinos recuperar la seguridad de que están parados sobre un territorio que invite a todos los ciudadanos del mundo a venir, como dice nuestra Constitución Nacional, y revierta la salida de miles de compatriotas que forjan un futuro lejos de sus afectos y su tierra.