Junio de 2025 - En una entrevista íntima con la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP), Roberto Canessa reflexionó sobre el camino que lo llevó a la medicina, su dedicación a la cardiología pediátrica y cómo la experiencia extrema vivida en Los Andes lo transformó para siempre. Con una mirada humana y comprometida, compartió aprendizajes que trascienden la práctica médica y se convierten en una filosofía de vida.

El inicio de una vocación

Hijo de un cardiólogo, si bien exploró otras opciones, Canessa también se inclinó por la medicina.

Lo que lo cautivó de esta vocación fue la conjunción entre ciencia y sensibilidad: “La medicina tiene mucho de humanismo y de ciencia, eso es lo que más me gusta porque enfrentás a un paciente que tiene un problema técnico y hay que saber mucho de química, física y de biología, pero además es un ser humano que te viene a consultar y tiene una familia”, contó.

Del adulto al niño: el salto a la cardiología pediátrica

Su dedicación a la cardiología infantil surgió tras trabajar con adultos en el Hospital Italiano.“Los adultos tienen un corazón que está muy maltratado. En cambio, el niño viene de fábrica y viene mal armado de fábrica, y vos lo tenés que acomodar”, indica. Esa posibilidad de intervenir en el comienzo lo motivó profundamente.

Canessa relata con emoción sus intervenciones más complejas y asegura que muchos de sus pequeños pacientes “son pacientes que le robamos a la muerte”. Destaca el valor de trabajar en red, y confiesa que es un trabajo que requiere entrega total y que es todo pasión por los niños.

La montaña y las lecciones del límite

La experiencia en la tragedia de los Andes, lejos de quedar encapsulada en el pasado, se transformó en un eje rector de su vida: “Muchas veces parece que todo está perdido pero tenés una oportunidad para darle”.

Durante la entrevista, Canessa compartió una reflexión importante sobre esa vivencia: “No te sientes a esperar a los helicópteros; cuando tenés la opción de salir a caminar no mires la montaña, mirá el paso siguiente; y cuando te canses, mirá todos los pasos que diste porque eso quiere decir que podés y que tenés que seguir”.

Con crudeza, remarca que “la gente tiene que saber cuándo se te cae el avión, eso no es que no llegues a fin de mes a pagar las cuentas, es que te digan que tenés una leucemia y que te quedan tres meses de vida”.

Por eso, enfatiza que las lecciones de Los Andes son aplicables al día a día, de ver la capacidad del hombre de avanzar paso a paso y de no rendirse nunca, solo cuando estás muerto.

La entrevista cerró con un mensaje profundo, centrado en la empatía y el compromiso con los demás. Destacó la importancia de aprovechar cada recurso personal para transformar las oportunidades, y recordó que, ante el sufrimiento ajeno, es fundamental ponerse en el lugar del otro y ofrecer ayuda. Más que un sobreviviente, Canessa es un referente. Su historia, atravesada por la medicina y por la montaña, permanece como una poderosa lección de humanidad, resiliencia y vocación de servicio.