Una tregua en la lógica conflictiva
Hay algo más intrigante para el sentido común que el nivel de apoyo que el presidente Milei tiene en medio de un ajuste económico muy duro con sus consecuentes efectos negativos sobre la pobreza, el empleo, el consumo, y la actividad económica. Lo que resulta en realidad sorprendente es que el resto de la población que no apoya sus medidas permanezca pasivo, sin generar mayores protestas o acciones colectivas.
Los hechos aislados de violencia social que se han dado fueron responsabilidad de grupos activados políticamente y pertenecientes a grupos de extrema izquierda que aprovecharon grandes convocatorias. Ni siquiera ciertos comportamientos de las fuerzas de seguridad, que antes hubieran sido entendidos como provocaciones, han generado una reacción calificable de "popular".
Y tanto para la física de las cosas, como para la física de la política, un objeto en movimiento solo es detenido por una fuerza similar o mayor opuesta. Y en política, esa fuerza debe ser real (una votación, una movilización, una crisis aguda. No alcanza una encuesta ni la virtualidad por sí misma.
Si brevemente hacemos una etiología de las crisis políticas pretéritas, tanto en 1989 como en el 2001, la protesta social masiva estuvo precedida de una crisis financiera arrolladora que extinguió a la moneda vigente. Durante los últimos días de Raúl Alfonsín como Presidente una hiperinflación signó el fin del Peso. Durante los últimos días de Fernando de la Rúa, una corrida para recuperar los depósitos bancarios llevó a decretar el corralito, o sea, el principio del fin de la convertibilidad.