"Nos tratan como enemigos públicos. Como si fuéramos responsables del fracaso de todos los gobiernos anteriores", dice con amargura Laura, trabajadora del Ministerio de Salud desde hace 12 años. "Pero estamos acá sosteniendo lo que queda del Estado. Seguimos atendiendo, seguimos laburando aunque no sepamos si el mes que viene vamos a seguir".

Los estatales en su laberinto
Los estatales en su laberinto

Desde que Javier Milei asumió la presidencia en diciembre de 2023, su cruzada contra el  Estado bajo la temible “motosierra” de la mano de Federico Sturzenegger,Ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación Argentina se convirtió en política oficial. El ajuste fue brutal y veloz: más de 50 mil despidos en distintas áreas de la administración pública, desde organismos descentralizados como el INADI y el INTI hasta ministerios clave como Educación, Salud y Desarrollo Social. En paralelo, el gobierno intentó eliminar por decreto el feriado del 27 de junio, el Día del Trabajador Estatal, una fecha simbólica que reconoce la labor de quienes sostienen los servicios públicos día a día.

El estigma del "ñoqui"
Para muchos trabajadores estatales, el clima es de tensión permanente. No solo por el temor a los despidos masivos, sino también por el creciente desprecio social hacia su labor. La narrativa del "ñoqui" —ese empleado público que cobra sin trabajar— se volvió casi hegemónica, alimentada por voceros oficiales, influencers libertarios y medios afines al gobierno.

Las movilizaciones de estatales
Las movilizaciones de estatales

La palabra de ATE

En exclusiva, María Mercedes Cabezas la primera mujer en ser secretaria adjunta de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE)  nos explicaba que “Las trabajadoras y los trabajadores no viven del Estado sino de su trabajo. Cada cierto periodo de tiempo, se cuestiona la tarea del trabajador y de la trabajadora del Estado. Y ahí lo que entra en juego es que entre la política pública y el pueblo, lo que hay es un trabajador del Estado. Entonces, ¿cuál es la función del trabajador del Estado? Materializar las políticas públicas. Pero además con un fuerte sentido de pertenencia. Que una persona pueda realizarse el DNI o el pasaporte es gracias a un trabajador o trabajadora del Estado, que se controle qué alimentos ingresan al país o se importan es gracias a un trabajador del Estado, la investigación, el desarrollo científico y tecnológico, el sostén de los sistemas de salud público, que se abra y se cierre una escuela, que se preserve un Parque Nacional o se difunda un índice de precios, que haya medios públicos, o una agencia de noticias del Estado, incluso que se emitan billetes, depende de trabajadores y trabajadoras del Estado”.

Mientras que Rodolfo Aguiar el Secretario General de ATE que suele tener fuertes cruces con el gobierno de Milei nos explicaba  que “El poder es aquella fuerza que nos permite modificar un determinado estado de cosas. Dentro de esos principales desafíos están recuperar salarios y ponerle fin a la precarización laboral en el Estado”.

Además muchos trabajadores  hablan de  una persecución ideológica cada vez más explícita. “Ser estatal y peronista es casi una doble condena”, afirma Mariana, que trabaja en una delegación de ANSES en el conurbano bonaerense. “Te miran mal, te mandan a hacer informes sobre tus compañeros, te investigan por redes sociales. Hay compañeros que ya no hablan de política en el trabajo por miedo”.

Una pérdida que va más allá del empleo
 

El recorte del empleo público no solo implica la pérdida de ingresos para miles de familias. También significa el desguace de políticas públicas y la interrupción de tareas esenciales que impactan directamente en la población más vulnerable.

En el Hospital Posadas, por ejemplo, se eliminaron cargos administrativos y técnicos que cumplían funciones clave. En el INTI, los despidos afectaron proyectos de innovación tecnológica que llevaban años de desarrollo. En el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad —prácticamente desmantelado— se suspendieron programas de acompañamiento a víctimas de violencia de género.

"Se pierde la memoria institucional. Se pierde saber hacer", explica Hernán, despedido del INTA. “Y lo peor es que la sociedad no lo va a notar ahora, sino dentro de uno o dos años, cuando falten respuestas a problemas concretos”.

Resistencias que persisten
Pese al escenario adverso, hay quienes siguen organizándose. En muchas dependencias se realizan asambleas, paros parciales y acciones simbólicas. Los gremios estatales, aunque debilitados, intentan articular respuestas legales y políticas. El intento de quitar el feriado del Día del Estatal, por ejemplo, fue resistido por ATE y UPCN, que lograron mantener su vigencia en varias provincias.

"Nos quieren disciplinados, silenciosos y agradecidos si no nos echan", resume una delegada gremial de la Secretaría de Cultura. “Pero vamos a seguir peleando. Porque si dejamos que nos arrasen, después no va a quedar nada”.

A modo de cierre

En el contexto de un gobierno que promete "dinamitar" estructuras que considera inútiles, los trabajadores estatales están en la primera línea del ajuste. Su testimonio, muchas veces invisibilizado o despreciado, expone la cara humana de un modelo que reduce todo a números y eficiencias, pero que olvida ��o desprecia— que detrás de cada puesto hay una función, una historia y una comunidad que la necesita.