Mauro Ketlun: de trabajar con miles de personas en el mundo corporativista, a enseñarle a soldar a presos
Abanderado de las segundas oportunidades y amante de su soldadora y su chanchita Clementina, el protagonista de esta historia demuestra día a día la importancia de la enseñanza y de hacer lo que a uno le gusta.
Mauro Ketlun es un soldador, pero también un escultor. Un hombre de oficio, aunque también influencer. Nacido en Villa Pueyrredón hace 50 años, el protagonista de esta historia reveló a El Bonaerense como pasó de ser un corporativista, a cambiarle la vida a personas con una herramienta, colaborar para la reinserción de presos a la sociedad y demostrar que en la vida existen las 'segundas oportunidades'.

'Siempre fui un convencido de que, haciendo lo que uno le gusta, la plata viene sola. Sabía que tenía una pasión a la que le tenía que dar más tiempo, por lo que tuve que dejar mi laburo', contó Mauro, el cual se fue del mundo corporativo con la idea de comprar y refaccionar departamentos. Era algo que ya había hecho, aunque esta vez necesitaba concretarlo de una manera diferente. Según él, de un modo más 'artístico'. 'No quería el típico monoambiente, sino algunas propiedades no tan comunes. Las refacciones eran para un público muy de nicho', comentó.

A partir de ahí, Mauro comenzó a hacer de todo. Desde figuras como chanchitos, hasta esculturas abstractas. No sólo que nunca renunció al sentido artístico, sino que era su motor para lograr su cometido. Empezó a incorporar varios materiales a sus obras, como el hierro.
Un día, una encargada en una galería de arte, a la cual él le vendía algunas de sus esculturas, le recomendó que se abriera una cuenta de Instagram para expandir sus exportaciones. Y ese fue el principio de algo que, de momento, no tiene fin. Las obras de Mauro no sólo llegaban a exposiciones de arte, sino que también le hizo trabajos a Lionel Messi, Ricardo Darín, entre otros famosos.


Más allá de lo contento que se siente Mauro con estas clases, al principio no estaba del todo seguro. 'Yo estaba concentrado en los colegios y el tiempo mío era finito. Pero si estos tipos podían salir de la cárcel con algo para dar, para la sociedad iba a ser recontra positivo. No hay tiempo mejor invertido en un lado o en el otro, sino que es distinto y es un bien a la sociedad por igual', explicó.
Mauro también se animó a hablar del presente del oficio, el cual, quizás para el ojo cotidiano se está perdiendo. Pero el protagonista de esta historia no lo ve tan así. 'En los últimos años capacité a casi 1500 personas. Casi la mitad que vienen a capacitarse son mujeres, es impresionante', reveló. Aunque también dijo que mucho se debía a que las herramientas eran mucho más fáciles de manejar en la actualidad. 'Antes la soldadora de mi viejo pesaba, no sé, 100 kilos. Ahora una máquina pesa un kilo y medio. Todos los materiales son más livianos y fáciles de usar. Una soldadora tiene una tecla de encendido y una perilla de amperaje y ya está, no tiene secreto. Yo enseño a soldar en tres horas y la gente se va sabiendo a soldar, literal', desarrolló Mauro, que también empezó a dar clases virtuales porque ni hace falta que él este presente para que el otro aprenda.
Aparte de las particularidades del oficio, Mauro se apoya más en la soldadura porque la toma desde el lado artístico. 'Me conectó con un montón de cosas porque tiene mucho que ver conmigo. Materiales reciclados que hablan de una segunda oportunidad. Las segundas oportunidades las tengo presente para todo, salvo en las parejas', bromeó.

'Mi objetivo es aumentar la empleabilidad de las personas con las cuales tengo contacto. Tengo en mente esto de las segundas oportunidades. Ahora con la gente de la cárcel. Pero también con un proyecto de viajar por la Argentina junto a mi chanchita en una combi, para enseñar a soldar a personas que lo necesiten en algunos pueblitos. Estoy tratando de conseguir algún sponsor de alguna soldadora para dejarles la máquina y el oficio aprendido. Pero necesito el sponsor porque dejaría un mes de laburar. Sería genial para enseñar e inspirar a otros', desarrolló Mauro, el cual tiene bien en claro sus valores y lo que necesita para lograrlo. Se trata de ayudar, enseñar y, al mismo tiempo, aprender. No sólo sobre las segundas oportunidades, sino también en lugares en los cuales no apareció la primera chance. 'Sumar un granito de arena dónde no llega nadie', finalizó.