Pañales que no llegan, derechos que se violan
La gran mayoría de los afiliados de PAMI no ha recibido ni un solo pañal en dos meses. No hay seguimiento del envío ni respuesta a los reclamos.
Desde hace dos meses, cientos de jubilados y personas mayores de todo el país están siendo víctimas de un nuevo atropello silencioso.
La entrega de pañales del PAMI, un insumo básico para la dignidad y la salud de miles de afiliados se ha visto interrumpida de forma escandalosa.
Desde el mes de junio, el PAMI puso en marcha un nuevo sistema de entrega domiciliaria, a través de la empresa Urbano Express Argentina S.A., eliminando la posibilidad de retiro por farmacia. Pero la promesa de comodidad se convirtió en una verdadera pesadilla.
Muchos afiliados aún no han recibido ni una sola entrega desde el cambio. Ni en junio, ni en julio. Personas mayores, en situación de vulnerabilidad, con dependencia y sin movilidad, han tenido que soportar la espera, la angustia y la humillación de no contar con algo tan básico como un pañal. Y lo más grave: nadie da respuestas concretas.
Tanto PAMI como Urbano Express se echan la culpa mutuamente. PAMI dice que las entregas dependen de la empresa. Urbano Express dice que no tiene los datos correctos. Mientras tanto, los afectados están atrapados en el medio de un sistema desorganizado, sin un canal claro de solución.
La situación se repite en todo el país. En Mendoza, se cambiaron las direcciones de los puntos de retiro sin aviso. En Córdoba, las federaciones de jubilados denuncian que el nuevo sistema es un fracaso. En muchas provincias, la distribución no se cumple y la calidad de los productos ha bajado notoriamente.
¿Hasta cuándo vamos a permitir que esto suceda? ¿Hasta cuándo la dignidad de nuestros mayores será pisoteada por la desidia y la burocracia? Los pañales no son un lujo. Son una necesidad médica. Son un derecho.
Falta de comunicación: La línea PAMI Escucha (138, opción 0) y las agencias locales a menudo brindan respuestas inadecuadas, y los afiliados se dirigen a Urbano Express, que a veces culpa a PAMI por la falta de datos. Las redes sociales reflejan una frustración generalizada por las llamadas no respondidas y las quejas no resueltas.
Medicamentos: menos cobertura, más burocracia, menos cantidad
El otro golpe fuerte lo sufren quienes dependen de medicamentos esenciales para vivir: se redujo la lista de medicamentos gratuitos, y miles de afiliados ahora tienen que pagar hasta un 60% o más.
El subsidio social se volvió casi inaccesible, con requisitos muy restrictivos.
Antes se entregaban hasta 5 medicamentos gratuitos; ahora muchos reciben solo 4.
A esto se suman faltantes, trabas, demoras en la autorización, y una gran desinformación en farmacias.
“Lo que está pasando no es un ajuste: es una injusticia. Se nos había prometido un sistema más humano, más eficiente, más transparente. Pero lo que vemos en la práctica es: medicamentos recortados, pañales que no llegan, calidad cada vez más baja y una licitación que costó más para dar menos” apunta.
“Esto no es mejorar el sistema. Esto es someter a los jubilados a la indignidad. Esto es jugar con la salud, la higiene y la vida de quienes dieron todo por este país”.
La falta de entrega de pañales PAMI representa un fracaso significativo en la defensa de los derechos de salud y dignidad de los afiliados mayores, particularmente aquellos con necesidades médicas. Si bien el nuevo sistema tiene como objetivo mejorar la eficiencia y la calidad, las fallas logísticas, la comunicación inadecuada y la falta de supervisión han provocado brechas en el servicio, que afectan de manera desproporcionada a los grupos vulnerables. Los afiliados deben presentar quejas formales a través de los canales de PAMI y, si es necesario, buscar recursos legales para garantizar que sus derechos estén protegidos. La situación subraya la necesidad de una mayor responsabilidad y un diseño centrado en el usuario en las reformas de salud pública.
Desde La Voz del Jubilado denunciamos con fuerza esta situación. Exigimos una solución inmediata. Y llamamos a cada afiliado afectado a reclamar formalmente su derecho.
Por Jorge Dimuro,
“La Voz del Jubilado”