El fin del enamoramiento

Cuando Javier Milei llegó a la Casa Rosada en diciembre de 2023, lo hizo envuelto en un aura de revolución. Con su estilo disruptivo, su discurso incendiario y su promesa de terminar con la “casta”, encendió en la sociedad un fervor inusual. En los barrios, en las fábricas, en las universidades y hasta en las sobremesas familiares, se repetía la frase que alimentaba el entusiasmo: “esta vez sí va a cambiar”.

Ese primer enamoramiento no era solo político, sino casi emocional. Milei se presentaba como alguien distinto, un outsider que, a fuerza de convicción y rebeldía, venía a derribar décadas de frustraciones acumuladas. La ilusión era que, con él, el sacrificio tendría sentido.

Javier Milei y Su hermana Karina
Javier Milei y Su hermana Karina

Ú' Pero el romance empezó a enfriarse. La realidad, áspera y cotidiana, se impuso sobre la retórica. Los argentinos comenzaron a descubrir que detrás del “no hay plata” había una vida que se hacía cada vez más difícil: bolsillos vacíos, impuestos más altos, servicios impagables, créditos que ahogan. El fenómeno barrial, ese que había sido combustible de su campaña, se fue desdibujando hasta perder magnetismo.

Los espejismos de las promesas

Parte del entusiasmo inicial se sostuvo en las imágenes que prometían un futuro de prosperidad. Las fotos de Milei con Donald Trump y Elon Musk, presentadas como símbolos de un nuevo alineamiento global, parecían preludio de una lluvia de inversiones. La narrativa oficial transmitía que, con el respaldo de esas figuras, los capitales internacionales desembarcarían en la Argentina para crear empleo y abrir un nuevo ciclo económico.

Ese espejismo nunca se concretó. Ni Trump ni Musk trajeron inversiones significativas. El capital extranjero no llegó en masa. Lo que sí se consolidó fue la frase presidencial convertida en lema: “no hay plata”. Pero lo que en campaña sonaba a diagnóstico ahora se percibe como una condena. No hay plata para los jubilados, no hay plata para los programas sociales, no hay plata para la educación ni la salud, repiten las medidas del gobierno.

Milei y Elon Musk
Milei y Elon Musk

La contradicción aparece cuando el periodismo y la investigación exponen negocios paralelos, sospechas de coimas y contratos irregulares, mientras el propio Milei se muestra hostil con los medios que destapan esos escándalos. Esa doble vara erosiona aún más la confianza.

El dato duro: la encuesta que confirma el desencanto

El informe de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella de agosto de 2025 lo confirma con números. Según el relevamiento realizado por Poliarquía Consultores, la confianza en el Gobierno (ICG) cayó un 13,6% en relación al mes anterior, alcanzando los 2,12 puntos en una escala de 0 a 5.

Este es el valor más bajo desde que Milei asumió, y refleja un descenso del 16,5% respecto a agosto del año pasado. En palabras de la UTDT: “La confianza en el gobierno alcanza su valor más bajo desde el inicio del mandato de Javier Milei.

La caída fue generalizada en los cinco componentes que mide el índice:

  • Honestidad de los funcionarios: 2,54 puntos (-9,9%).
  • Capacidad para resolver los problemas del país: 2,46 puntos (-14,6%).
  • Eficiencia en la administración del gasto público: 2,10 puntos (-13,2%).
  • Evaluación general del gobierno: 1,78 puntos (-12,8%).
  • Preocupación por el interés general: 1,73 puntos (-18,2%).

El informe también marca comparaciones históricas: el valor de agosto de 2025 es 16,3% menor al de agosto de 2017 durante el gobierno de Mauricio Macri (2,53 puntos) y 14,3% mayor que el de agosto de 2021 bajo Alberto Fernández (1,85 puntos).

En cuanto a la distribución social del desencanto, la encuesta expone fracturas notables:

  • Entre mujeres, la confianza cayó un 20%, llegando a apenas 1,80 puntos.
  • Entre los jóvenes de 18 a 29 años, el descenso fue del 24,4%.
  • En el Gran Buenos Aires (GBA) el ICG se derrumbó a 1,68 puntos (-23,3%).
  • Los que solo cursaron primaria registraron el desplome más fuerte: 1,50 puntos (-30,2%).

Por contraste, los niveles más altos de confianza se mantienen en sectores con educación universitaria (2,31 puntos) y en el interior del país (2,39 puntos), aunque igualmente en baja.

La vida cotidiana: un país que no arranca

Las estadísticas se entienden mejor al mirarlas desde el día a día de la gente. En los barrios, lo que se percibe es un país que no arranca:

  • Los impuestos se dispararon a nivel nacional, provincial y municipal, devorando lo que quedaba del ingreso familiar.
  • El consumo se derrumbó, con ventas minoristas que caen en cadena.
  • El turismo interno se vació: viajar por el país se volvió un lujo reservado para pocos.
  • Los comercios bajan las persianas, ahogados por tarifas y alquileres imposibles.
  • La industria se apaga, con fábricas cerrando o suspendiendo empleados.
  • Miles de familias sobreviven gracias a las tarjetas de crédito, endeudadas hasta el límite.

La sensación social es clara: el cuerpo del ajuste lo pone la gente.

Escándalos y silencios

A este malestar económico se suman los episodios de corrupción y las respuestas evasivas del gobierno. El caso Libra destapó irregularidades en contrataciones estatales. Audios revelaron supuestos circuitos de coimas en despachos oficiales, mientras que el Ejecutivo eligió el silencio o la descalificación a quienes los denuncian.

Del fervor al desencanto: por qué Milei pierde apoyo en las encuestas

Milei, que había prometido un gobierno distinto, aparece envuelto en prácticas que se parecen demasiado a las que criticaba. El periodismo, blanco habitual de sus insultos, es el que ahora exhibe los negocios turbios que contradicen el relato oficial.

El costo emocional

El deterioro de la confianza no es solo económico ni político, es también emocional. Milei pasó de ser el presidente que hablaba de “la casta” a convertirse en alguien que insulta a opositores, periodistas, jubilados y hasta menores de edad. Ese estilo, que antes generaba identificación, hoy suena como un eco que profundiza la distancia.

El resultado es un desamor colectivo: la gente siente que puso el esfuerzo, que resignó consumo, que soportó las promesas incumplidas, pero que del otro lado no hay reciprocidad.

Un gobierno en su punto más frágil

La encuesta de la Universidad Torcuato Di Tella marca el piso más bajo de confianza en la gestión de Milei desde su inicio. Pero más allá de la estadística, lo que se observa es un quiebre cultural y político. La ilusión de un cambio radical se enfrenta con la realidad de una sociedad que percibe que el sacrificio siempre recae en los mismos.

El Milei que supo capitalizar la bronca y encender un fervor social enfrenta ahora un desafío mayor: reconstruir la confianza de un pueblo que comienza a sentir que fue dejado solo en medio de la tormenta.