Durante la pandemia de Covid-19, Javier Milei encontró un escenario ideal para consolidar su estilo confrontativo. El economista mediático, que poco después se transformaría en el principal referente libertario del país, construyó buena parte de su identidad política atacando lo que él llamaba “la casta” y cuestionando con dureza las políticas sanitarias del Gobierno nacional. Entre esas críticas, uno de sus principales blancos fue la vacunación contra el coronavirus.

Su postura osciló entre la desconfianza científica y la apelación a la libertad individual, en una combinación que sedujo a un sector de la sociedad desencantado con la política y agotado por las restricciones. Pero esa narrativa, que lo catapultó al Congreso y luego a la Presidencia, sufrió en el camino giros inesperados y contradicciones profundas. Porque el mismo Milei que en 2021 decía que las vacunas no tenían evidencia empírica suficiente, terminó vacunándose para poder trabajar y, ya como presidente, autorizó una compra millonaria de dosis sin licitación pública, mientras sacaba al país de la OMS a la que tanto había criticado.

Este es el recorrido, con fechas, declaraciones y decisiones oficiales, que muestra cómo las convicciones del actual presidente parecen haberse desvanecido frente al pragmatismo del poder y el dinero.

Milei, Bregman, Santoro y Vidal en el programa de TN
Milei, Bregman, Santoro y Vidal en el programa de TN

Octubre de 2021: Milei contra las vacunas y la política sanitaria

El 13 de octubre de 2021, cuando faltaba un mes para las elecciones legislativas en las que obtendría el 17,03% de los votos en la Ciudad de Buenos Aires, Javier Milei participó del debate de candidatos en el programa A Dos Voces, por TN. Allí dejó en claro su postura crítica contra la vacunación masiva y, en particular, contra la vacuna Sinopharm, a la que acusó de no haber completado la Fase 3 de pruebas.

“Las vacunas no tienen evidencia empírica suficiente. Por algo piden cláusula de indemnidad, porque no están todas bien probadas”, lanzó en medio del debate, mientras Leandro Santoro (Frente de Todos) lo acusaba de ser “irresponsable socialmente” por negarse a vacunarse.

Myriam Bregman (Frente de Izquierda) lo cruzó con ironía: “Para ir a Miami se vacuna”, le dijo, insinuando que su postura era más un acto de rebeldía discursiva que una verdadera convicción.

Milei insistió: “Yo no soy antivacunas, pero hago renta-riesgo. Me hisopo antes de cada actividad, uso barbijo, pero no veo razones para vacunarme con algo que ni siquiera pasó la Fase 3. Mis padres son grupo de riesgo y a ellos sí los hice vacunar, porque si se contagiaban se morían. Pero yo no soy población de riesgo”.

La frase resumía su posición: cuestionaba la efectividad científica y al mismo tiempo defendía la libertad individual frente a lo que llamaba “el autoritarismo sanitario” del Gobierno.

La crítica a la OMS y la narrativa del negocio internacional

En paralelo a sus cuestionamientos a las vacunas, Milei cargaba con fuerza contra la Organización Mundial de la Salud. La acusaba de ser parte de un “negocio internacional” con la industria farmacéutica y la responsabilizaba de promover políticas que, según él, atentaban contra las libertades individuales y la economía de los países.

“Las cuarentenas cavernícolas que impulsó este Gobierno, siguiendo lineamientos internacionales, destruyeron la economía y las libertades. Nos hicieron esclavos”, decía en sus entrevistas de campaña.

Ese discurso lo ubicaba en sintonía con los movimientos negacionistas y libertarios de otros países, que veían en las políticas sanitarias globales una conspiración entre gobiernos, organismos internacionales y laboratorios para enriquecerse a costa de la población.

Javier Milei recibiendo la vacuna
Javier Milei recibiendo la vacuna

Noviembre de 2021: el giro pragmático, Milei se vacuna para poder facturar

El 22 de noviembre de 2021, apenas un mes después del debate y ya con la elección legislativa consumada, Javier Milei sorprendió a propios y ajenos al aplicarse la segunda dosis de la vacuna Sinopharm en el vacunatorio del club Vélez Sarsfield. La primera dosis la había recibido en el centro islámico del barrio porteño de Palermo.

Consultado por La Nación sobre su cambio de postura, respondió con crudeza:

“Me tuve que vacunar porque no vivo de la política ni del Estado. Para facturar necesito dar conferencias en todo el país y en el exterior”.

Con esa frase, Milei dejaba en claro que no había habido un cambio ideológico ni un reconocimiento del valor sanitario de la vacunación, sino una necesidad económica. Las reglas de los organizadores de eventos y los países que visitaría para sus charlas lo obligaban a estar vacunado.

“No soy antivacunas, soy re provacunas. Los que me tildaron de eso son unos mentirosos”, agregó, en un intento por desactivar las críticas por su aparente contradicción. Pero lo cierto es que, hasta semanas antes, había cuestionado la eficacia de la misma vacuna que ahora recibía en silencio.

2023: Milei presidente y la compra directa de vacunas

El 10 de diciembre de 2023, Javier Milei asumió la Presidencia de la Nación con un discurso centrado en la libertad económica, el ajuste fiscal y la lucha contra lo que llama “la casta política”. Pero apenas 19 días después, el 29 de diciembre, su gobierno autorizó por contratación directa —sin licitación pública— la compra de vacunas contra el Covid-19 al laboratorio Pfizer por un monto total de 32.000 millones de pesos.

La noticia generó un vendaval político. El mismo dirigente que dos años antes cuestionaba la evidencia científica, acusaba a la OMS de “negocio internacional” y decía que las vacunas no estaban suficientemente probadas, destinaba ahora miles de millones de fondos públicos a comprar dosis sin concurso ni transparencia.

El giro de Milei: atacó a la OMS, se vacunó para cobrar y autorizó compra directa por 32.000 M

Como si buscara reafirmar su identidad libertaria, poco después Milei anunció la salida de la Argentina de la OMS. Argumentó que el país no necesitaba organismos internacionales que “condicionaran la soberanía sanitaria” y que “durante la pandemia demostraron su ineficacia y complicidad con el negocio de las farmacéuticas”.

Pero la contradicción era evidente: mientras atacaba a la OMS y la acusaba de ser parte del negocio global, su propio gobierno cerraba un contrato millonario con uno de los principales laboratorios internacionales, y lo hacía además por contratación directa.

El recorrido de Milei con el tema de las vacunas revela una constante en su estilo político: la distancia entre el discurso ideológico y las decisiones pragmáticas. Durante la campaña, su rechazo a las vacunas y a la OMS le permitieron captar el voto de sectores libertarios y negacionistas, así como de ciudadanos desencantados con la política tradicional.

Pero una vez en el poder, la lógica cambió. La necesidad de garantizar recursos fiscales, sostener relaciones internacionales y asegurar condiciones sanitarias para la actividad económica lo llevaron a decisiones que chocan con su narrativa original.

La frase “me vacuné para poder facturar” funciona como metáfora de todo el proceso: las convicciones ceden cuando entran en juego el dinero, el poder y la gobernabilidad.

El caso Milei-vacunas es un ejemplo claro de cómo la política argentina oscila entre la épica discursiva y el pragmatismo del poder. El libertario que se negaba a vacunarse terminó vacunado, que acusaba a la OMS de ser parte de un negocio terminó contratando a laboratorios internacionales por miles de millones, y que decía defender la libertad individual terminó administrando una política sanitaria que contradice buena parte de su relato electoral.

En el fondo, lo que revela esta cronología es que, para Milei, las convicciones parecen durar hasta que aparecen la gestión, el dinero o la necesidad de facturar. Y en esa tensión entre ideología y pragmatismo, entre discursos incendiarios y decisiones económicas, se juega buena parte del futuro político del presidente.