El cierre de campaña de Javier Milei en Moreno, pensado como una demostración de fuerza política y capacidad de movilización, terminó dejando un sabor amargo incluso entre sus propios aliados. La postal que recorrió las redes y que quedó grabada en la retina de los presentes fue la de Patricia Bullrich, José Luis Espert, Cristian Ritondo y Diego Santilli, todos juntos pero abajo del escenario, mezclados con la gente, sin lugar de privilegio ni espacio de protagonismo.

Lejos de la épica que suele acompañar a un acto de cierre, la escena transmitió incomodidad. Según confiaron fuentes cercanas, los dirigentes se sintieron “ninguneados” por la decisión del presidente, que eligió acaparar toda la atención y relegar a quienes habían sido invitados a mostrar respaldo político.

Una cancha con huecos y clima apagado

La convocatoria, además, estuvo lejos de la masividad esperada. Aunque desde la organización intentaron mostrar un acto contundente, lo cierto es que la cancha de Moreno no se llenó. En varios sectores se observaron espacios vacíos, con huecos difíciles de ocultar pese al despliegue de banderas, luces y la estrategia de cerrar accesos para concentrar al público en determinados lugares.

Las imágenes tomadas desde distintos ángulos confirmaron lo que muchos señalaban en voz baja: el acto careció de la mística de otros cierres de campaña, con un público que participaba más con sus celulares que con consignas o cánticos.

“Había gente, sí, pero no la suficiente. Y no había emoción. Todo era más parecido a un recital frío que a un cierre de campaña presidencial”, describió uno de los asistentes.

Ninguneados: Bullrich, Espert, Ritondo y Santilli quedaron abajo del escenario en el cierre de Milei en Moreno

La decisión de ubicar a los referentes de Juntos por el Cambio entre la gente provocó molestia. Bullrich, actual ministra de Seguridad y figura clave en la alianza, quedó relegada en la primera fila pero mezclada con militantes y curiosos. Lo mismo ocurrió con Santilli, que buscaba mostrarse como parte del armado bonaerense de Milei, y con Ritondo, uno de los hombres fuertes del PRO en el Congreso.

Espert, que hace apenas semanas compartía escenario con Milei en otros actos, también quedó en la multitud. En la misma situación estuvieron el vocero presidencial Manuel Adorni y la diputada marplatense Juliana Santillán, que debieron presenciar el cierre desde abajo, sin ser nombrados ni convocados al escenario.

“Fue un gesto claro: Milei no comparte el protagonismo con nadie”, comentó un dirigente que estuvo presente y reconoció el malestar.

Santillan, Santilli y Ritondo entre la multitud
Santillan, Santilli y Ritondo entre la multitud

Un contraste con el PRO y Juntos por el Cambio

El detalle no es menor: en los cierres de campaña de Juntos por el Cambio o del PRO, la postal de unidad siempre fue central. Todos los dirigentes subían al escenario y, en un ritual repetido, terminaban abrazados, bailando y mostrando un frente común. Esta vez, en Moreno, ocurrió lo contrario. Milei eligió quedarse solo arriba y dejar a sus aliados mirando desde abajo, sin posibilidad siquiera de acompañarlo en la foto final.

La comparación fue inevitable: mientras en el pasado las campañas cerraban con música, baile y gestos de camaradería, aquí solo hubo gestos de incomodidad y caras largas entre quienes, hasta hace poco, encabezaban esos escenarios.

Un discurso repetitivo, sin épica ni novedades

El presidente habló durante más de media hora. Su discurso, sin embargo, no presentó propuestas nuevas ni líneas de gestión para el futuro inmediato. Fue una repetición de críticas duras contra el gobernador bonaerense Axel Kicillof, insultos a la oposición y llamados a votar.

No hubo grandes anuncios ni un mensaje convocante que encendiera a la militancia. La gente acompañó con aplausos esporádicos, pero sin el fervor de otros tiempos. Muchos asistentes comenzaron a retirarse antes de que finalizara el acto, lo que reforzó la sensación de frialdad en el ambiente.

La foto que incomoda a La Libertad Avanza

Los cierres de campaña suelen pensarse como actos de unidad, con imágenes de todos los referentes sobre el escenario, abrazados y mostrando un frente común. En Moreno ocurrió lo contrario: Milei solo en el centro, y sus aliados abajo, desdibujados entre la gente.

La foto circuló entre dirigentes y asesores como un ejemplo de lo que no debería ocurrir en una campaña. “No hay nada peor que dejar a tus aliados incómodos y a la vista de todos. La señal fue pésima”, señaló un consultor político que trabaja con varios de los presentes.

Adorni y Bullrich
Adorni y Bullrich

Lugares vacíos, celulares y desconexión

El otro dato que no pasó desapercibido fue la actitud del público. Gran parte de los asistentes filmaba con sus celulares, pero no coreaba consignas ni mostraba entusiasmo. No se escucharon canciones masivas ni coros de apoyo sostenidos. A medida que avanzaba la noche, la desconexión se hizo más evidente: grupos enteros se retiraron antes de que Milei terminara su discurso.

La falta de épica contrastó con lo que se espera de un cierre de campaña: no hubo mística, no hubo clima de victoria inminente, solo un conjunto de imágenes fragmentadas donde la presencia de celulares reemplazó al fervor colectivo.

La incomodidad de Bullrich, Ritondo, Santilli y Espert no es un detalle menor. Todos ellos han cedido capital político para sumarse a la aventura libertaria y esperaban un reconocimiento explícito en la escena final de la campaña. El gesto de Milei de relegarlos abajo del escenario fue interpretado como una señal de distancia y de falta de integración real.

A esto se suma el impacto simbólico de la cancha vacía en varios sectores: para un espacio que se jacta de movilizar multitudes, el hecho de no poder colmar el estadio en un cierre es un golpe político difícil de disimular.

Lo que debía ser una demostración de fuerza terminó como una imagen incómoda. Milei monopolizó la atención, pero a costa de ningunear a sus aliados y exponer fisuras internas. Los lugares vacíos en la cancha, la retirada temprana del público y la falta de entusiasmo completaron un cuadro deslucido.

El cierre en Moreno no consolidó poder, sino que sembró dudas sobre la capacidad de Milei para sostener una coalición amplia y motivar a la sociedad. La foto final fue clara: Bullrich, Espert, Ritondo y Santilli ninguneados entre la multitud, mientras el presidente se reservaba el escenario en soledad.