A 52 años del asesinato de José Ignacio Rucci, el último hombre de confianza de Perón en el sindicalismo
El asesinato de Rucci ejecutado por un grupo comando, terminó de marcar la divisoria de aguas entre los sectores más ortodoxos y los más radicalizados en el peronismo.
Un 25 de septiembre de 1973 moría acribillado frente a la casa de su cuñada, en medio de una ráfaga de granadas y balas, José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT y último hombre de confianza de Juan Domingo Perón en el sindicalismo argentino. Su asesinato, llevado a cabo por un grupo comando, fue un parteaguas dentro del peronismo y marcó el pulso de los años siguientes en el país.
Dos días después de que Juan Domingo Perón se hiciera vencedor en las elecciones presidenciales con más del 61% de los votos, acompañado en la fórmula por su esposa Isabel Martínez, el asesinato de José Ignacio Rucci sacudía hasta los cimientos a un peronismo que quedó irremediablemente dividido tras el hecho que evidenció la fractura entre la facción más ortodoxa y los más radicales.
Con la masacre de Ezeiza (ocurrida el 20 de junio de 1973), como antecedente más inmediato de los enfrentamientos entre los sectores antagónicos del peronismo, donde Rucci era sindicado como uno de los principales responsables, la división y el clima de tensión en las filas internas entre la izquierda y la derecha del peronismo se encontraba al límite.
Finalmente, casi tres meses después, fue la denominada "Operación Traviata" (como se bautizó mediáticamente al crimen de Rucci), la que terminó por exponer la fractura interna del movimiento.
El asesinato de Rucci fue planificado con meses de antelación por sus atacantes, crimen que dos años después de cometido se atribuiría la organización guerrillera Montoneros en su revista Evita Montonera. El dirigente sindical leal a Juan Domingo Perón fue emboscado a la salida de la casa de su cuñada, donde una ráfaga de 23 disparos le partió el pecho, a plena luz del día en el barrio porteño de Flores.
La investigación realizada durante el Gobierno de Perón nunca pudo revelar quiénes fueron los verdaderos responsables del atroz crimen cometido. Si bien, la causa fue reabierta en 2009, nunca se pudo terminar de confirmar la participación efectiva de la guerrilla de Montoneros en el hecho.
“Me mataron a un hijo. Esos balazos fueron para mí, me cortaron”, fueron las palabras pronunciadas por Perón tras el asesinato de su hombre de confianza dentro de la CGT.
El crimen de Rucci inauguró una escalada de violencia política que marcaría los últimos años de la vida de Perón.