A poco más de 240 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, hacia el este del territorio bonaerense, se emplaza la tranquila localidad de Dennehy, sitio que cuenta con apenas 74 habitantes, de acuerdo a los resultados del censo 2022. Nadie sospecharía que 20 años atrás, el 10 de marzo de 2005, su historia cambiaría para siempre y comenzaría a cargar con una fama de la que reniega hasta el día de hoy: el ser conocido como “el pueblo de los infieles”.

Para entender el origen de esta historia hace falta retroceder dos décadas, casi a principios del milenio, al punto que lo cambió todo: el crimen de Ángel Palacios, (un joven peón rural de 27 años), el único en la historia de este pueblo, y que al día de hoy, permanece impune.

Era la fría madrugada del 10 de marzo del 2005, y Palacios caminaba por una calle de tierra, en los alrededores del almacén del pueblo, y a sólo 50 metros de la vieja estación de tren de Dennehy, un trayecto habitual para el joven peón rural. Nada parecía indicar que a la espera de sus pasos, lo aguardaba un abrupto y violento final en el abrigo de la noche.

LEE MÁS:

Estación de trenes abandonada del pueblo de Dennehy.

Palacios fue abordado por su verdugo, quien lo obligó a arrodillarse, antes de ejecutarlo. En lo que sería su último acto, la víctima, resignada, llevó las manos a sus bolsillos y levantó la cabeza antes de recibir el disparo que acabaría con su vida.

La noticia del crimen generó estupor en el pueblo que, en aquel entonces, contaba con alrededor de 100 habitantes. Se trataba del primer crimen en la historia de Dennehy, algo impensado en aquella pequeña comunidad donde todos los vecinos se conocían.

Pueblo chico, infierno grande, reza el conocido refrán que refleja a la perfección en lo que la tranquila comunidad de Dennehy se había convertido: un infierno donde todos pasaron a ser sospechosos del fusilamiento de Palacios. Bajo ese clima comenzó a desarrollarse la investigación del crimen que, aún 20 años después, continúa sin resolverse.

LEE MÁS:

“Si la Justicia Argentina no es capaz de resolver un crimen en un pueblo de 100 habitantes, creemos que estamos perdidos”, rezaba parte de la solicitada que, el pueblo en su conjunto, sacó tras el crimen de Palacios.

Con el correr de los días y de la incertidumbre y  sospecha generalizada que hacía a los vecinos mirarse con ojos de desconfianza surgió el primer nombre que, posteriormente, se instarlaría como el principal sospechoso: Clemente Villegas.

Clemente Villegas, principal acusado del crimen de Ángel Palacios.

Criado en aquella tranquila comunidad bonaerense Villegas, un hombre de familia, casado, y con tres hijos pasó a ocupar el lugar de sospechoso principal en el crimen de Palacios. ¿El motivo? su esposa, Lorena Valbuzzi, una joven de 28 años, mantenía relaciones sexuales con el peón asesinado, elemento que fue tomado por los investigadores como principal disparador para dirigir las miradas hacia Villegas, quien, hasta ese momento trabajaba como peón de campo y era un vecino más en aquella pequeña comunidad bonaerense. 

Él se cogía a mi mujer, yo era el cornudo del pueblo”, llegó a manifestar Villegas, quien fue interrogado por la Policía de 9 de Julio, partido al que pertenece la pequeña localidad de Dennehy.

De esta manera, la principal línea de investigación del crimen de Palacios apuntaba a un presunto crimen donde Villegas, señalado como sospechoso, habría ejecutado a sangre fría a la víctima por mantener relaciones sexuales con su esposa.

Bajo esta hipótesis, el acusado llegó a juicio en 2017, 12 años después de cometido el crimen. Todo parecía indicar que Villegas sería condenado por el homicidio de Palacios, cuando el destino, y la Justicia de Mercedes, le dieron un giro inesperado al caso: el principal sospechoso del crimen resultó absuelto por falta de pruebas. De esta manera, la situación volvía a “Foja Cero”.

De acuerdo con el último censo, la población de Dennehy disminuyó a 74 habitantes.

Todos los habitantes volvieron a estar bajo la lupa de la Justicia que, nuevamente los consideraba como potenciales homicidas, responsables del crimen de Palacios. Hombres y mujeres del pueblo que apenas alcanzaba el centenar de habitantes volvían a estar bajo escudriño judicial.

La declaración del juez Eduardo Costía tras la absolución de Villegas terminaría por sentenciar la fama que, décadas después, continuaría en las espaldas del pueblo. “En Dennehy hay tantas infidelidades y tantos amores cruzados que cualquier ser humano sexualmente activo pod��a ser el asesino”, aseguró.

La investigación, catalogada como “muy mala” y "deficiente" por el abogado de Villegas, Hugo López Carribero, no abordó otra línea de investigación tras la absolución del principal acusado, a pesar del surgimiento de otras hipótesis, como un posible ajuste de cuentas, hipótesis que nunca se abordó seriamente por los investigadores.

Lo cierto es que la causa prescribió, sin saber quien mató a Palacios y con una consecuencia perenne para Dennehy: ser catalogado a nivel nacional con la triste fama de ser “el pueblo de los infieles”.