La “Ley Lobizón”: la norma vigente que protege al país contra los “hombres lobo”
Con casi 51 años de vigencia, sus orígenes se remontan a principios del siglo XX, bajo la presidencia de José Figueroa Alcorta, quien dio origen a esta tradición en nuestro país.
Pronta a cumplir 51 años desde su promulgación en diciembre de 1974, bajo el Gobierno de Isabel Martínez de Perón, la Ley de Padrinazgo Presidencial es tal vez uno de los textos con más raigambre folclórica y supersticiosa en sus orígenes. Con más de medio siglo de vigencia, y un número no determinado de apadrinados, ¿Cómo nació la normativa que protege a nuestro país de los “Hombre Lobo”?
Sancionada y promulgada en 1974 como la Ley Nº 20.843, el origen del Padrinazgo Presidencial en nuestro país se remonta a principios de siglo, en 1907, cuando por entonces el presidente José Figueroa Alcorta, apadrinó al séptimo hijo varón de Enrique Brost y Apolonia Holmann, una pareja de inmigrantes rusa que se estableció en la localidad de Coronel Pringles, y que al nacer el niño, carta mediante, le pidió al mandatario convertirse en su padrino con el objetivo de protegerlo y evitar que se transformara en un “Hombre lobo”.
Así, casi sin quererlo, Figueroa Alcorta comenzó con la tradición que posteriormente continuaron todos los presidentes electos democráticamente, (e incluso dictadores), y que 67 años después recién obtuvo su marco legal en el país, de la mano de Isabel Martínez de Perón. No obstante, cabe mencionar que en los años siguientes, la normativa tuvo algunas modificaciones pero mantuvo la esencia que le dio su origen.
¿Qué dice la ley?
Aunque breve, el andamiaje de la normativa, despojado de cualquier elemento supersticioso que lo vincule al mito del “lobizón”, establece que a los apadrinados por el presidente de la Nación, se les asegurará la realización gratuita de los estudios de nivel primario, secundario, universitario o especial, que se cursen en establecimientos educativos oficiales.
Asimismo, en su artículo 3°, la normativa asegura la provisión de libros y útiles y todo aquello que sea inherente al alojamiento, alimentación y recreación del becario, es decir, del ahijado presidencial.
Si bien, se desconoce a ciencia la cantidad exacta de apadrinados presidenciales desde el inicio de esta tradición, de la mano de Figueroa Alcorta, se estima que han sido alrededor de 1200 los “salvados” de convertirse en “lobizones”.
LEE MÁS:
¿Cómo se solicita el padrinazgo presidencial?
Actualmente, en la web puede descargarse el formulario a través del cual, una vez completado, se solicitará el padrinazgo por parte del mandatario de turno. Además de la forma, el solicitante debe adjuntar otra documentación, como constancia de alumno regular original del año en curso, y otra documentación complementaria que se le pida, para posteriormente enviar de manera gratuita, todos los papeles mediante Correo Argentino, a la sucursal Casa de Gobierno.
¿De dónde nace la leyenda del “lobizón”?
Las raíces de la leyenda que aseguran la existencia de un hombre con el poder de convertirse en lobo, han trascendido siglos y culturas hecho por el que, determinar su origen exacto se vuelve una tarea muy compleja. Desde su origen, y hasta la actualidad, existen muchas personas que afirman haber visto al “lobizón”.
Sin embargo, la mayoría de las versiones sitúa el nacimiento del mito en el Viejo Continente, fruto de la literatura y la mitología griega. Con el paso de los años, y las culturas, la leyenda ha tenido algunas modificaciones, aunque conserva su esencia original que sitúa la desgracia en el séptimo hijo varón de la familia.
En otras partes del mundo, con sus correspondientes adaptaciones, la leyenda continúa vigente con los hombres hiena en África, los hombres tigre en la India, o los hombres puma y los hombres jaguar en el sur de América.
De vuelta en nuestro país, la controversia continúa hasta nuestros tiempos, en donde han sido varias las voces de legisladores que se han manifestado en favor de eliminar esta ley, bajo el argumento de que es “discriminatoria” y que estigmatiza a los séptimos hijos varones.