Más infelices: un informe reveló que el nivel de felicidad de los argentinos cayó en 2025
Actualmente, el nivel de felicidad de la población es uno de los más bajos registrados desde el 2018, e iguala a los niveles de 2022.
El informe elaborado por Observatorio de Tendencias de Insight 21, de la Universidad Siglo 21, reveló que en el año en curso sólo el 50,9% de la población nacional declaró sentirse “feliz” con su vida, una cifra que revela una caída de alrededor de 3,6 puntos en comparación con el año anterior.
La caída en la felicidad de los argentinos no distingue edad ni estratos sociales, se da (con pequeñas diferencias) a nivel generalizada, tanto en hombres y en mujeres, aunque el grupo de los adultos mayores es quien encabeza la caída. En el segmento etario de 50 a 59 años, el descenso en la cantidad de personas que declararon ser “felices” con su vida, alcanzó el 11,5% en un año.
De acuerdo a los datos brindados por el informe, sólo un 44,3% de los argentinos encuestados siente que ha logrado las cosas que desea, al tiempo que la cantidad de compatriotas que afirma estar "conforme" con la mayoría de aspectos de su vida es preocupantemente más baja y alcanza el 34,8%. Por último, sólo un 31,9% afirma que no cambiaría nada de su vida si pudiera vivirla nuevamente.
“El 50,9% de las personas encuestadas manifestó sentirse feliz con su vida. Este porcentaje representa una disminución respecto al segundo semestre de 2024, cuando se registró un 54,5%. Los valores actuales son similares a los observados en 2022 y se ubican entre los más bajos del período 2018 - 2025”, reza parte del reporte realizado por la institución.
Otro de los datos significativos que se desprende del informe, que tiene en cuenta los parámetros sociodemográficos para medir la felicidad de los argentinos, es que el grupo etario entre los 18 y 29 años es uno de los que más bajo nivel de felicidad refleja actualmente, con sólo un 45,5% de los encuestados que se mostraron satisfechos.
“Contar con niveles adecuados de bienestar emocional no solo mejora la calidad de vida individual, sino que también resulta clave para afrontar el estrés cotidiano, mantener relaciones sociales saludables, trabajar de manera productiva y desplegar plenamente nuestras capacidades. La evidencia demuestra que las sociedades más equilibradas emocionalmente son más resilientes, innovadoras y cohesionadas”, expresa el informe.