Tras haber estado al borde de la muerte, Chano volvió a los escenarios: "Prometo que voy a cambiar"
Santiago “Chano” Moreno Charpentier se presentó anoche en su primera seguidilla de shows luego del episodio que vivió a finales de julio y que casi le cuesta la vida. La fecha elegida para comenzar de nuevo no fue al azar. Fue un 4 de noviembre, una fecha muy especial para todo el piberío biónico, y para él, que fue quien escribió las estrofas de la popular canción “La melodía de Dios”.
“Estoy un poco nervioso. Les quiero pedir perdón por preocuparlos, a mi familia, a todo el mundo. Les prometo que voy a cambiar. Esta vez sí.
En serio, amigos. Los que escribimos somos lamentablemente autobiográficos. Yo no sé si lo mejor está por venir, pero me conviene pensarlo así. Cuando nos ponemos autocompasivos y en víctimas, creemos que tenemos derecho de vivir mal y a pasarla como el orto
”, dijo Chano antes de presentar el momento más íntimo y emotivo del show.
El encuentro con el público y su vuelta a los escenarios, tuvo lugar en el mítico Luna Park, con entradas agotadas. El comienzo del show fue enérgico. Luego de un primer bloque de siete canciones, una habitación bajó desde el techo del estadio para que Chano se sentara en un sillón rojo y se acomodara detrás de una tele mal sintonizada. También allí había un piano tapado con una sábana, que al destaparlo anunció: “Le voy a pedir ayuda a la persona más importante de mi vida”, y presentó a su hermano Gonzalo “Bambi” Moreno Charpentier. Juntos cantaron éxitos inolvidables de Tan Biónica y emocionaron a todos los presentes.
“¡Qué lindo estar todos acá de nuevo en esta vida loca, hermosa! Qué bien que los veo, me encantaría estar a la altura”, manifestó. A Chano no se lo notó ni agobiado ni cansado, al contrario. Disfrutó y se sintió muy cómodo. Como en casa. Con su gente. “Soy tan inmaduro que me siento cómodo con gente de 20 años”, dijo y presentó luego a la nueva banda que lo acompaña. Ellos son Carolina Conzonno en trompeta, saxo y cello, Agustín Bragoni en guitarra, la Duke en teclado y keytar, Gero Peguino en batería, y Milán en bajo. Todos dirigidos por el guitarrista Renzo Luca.
“¡Qué hermoso esto, no merezco tanto! Estas canciones realmente cobran sentido cuando llegan a su boca y me dejan escucharlos cantarlas así. Yo ahora me voy a una habitación de hotel, solo, no me interesa nada más que estar bien para seguir”
, expresó antes de despedirse y de entonar “La melodía de Dios” y “Naistumichiu”, para marcar el final de una noche única y emotiva.