15/05/2025

SALUD

Niñez digital: las nuevas narrativas en redes que interpelan a madres y padres

¿Qué pasa cuando un niño de 8 o 9 años ya no solo mira videos en redes sociales, sino que se convierte en protagonista, guionista y editor de su propio contenido? Esa es la pregunta que muchos adultos deben comenzar a hacerse frente a un fenómeno que crece sin freno: la creación de contenido digital por parte de los más chicos.

Desde unboxing de juguetes hasta relatos íntimos sobre lo que les pasa en la escuela o con sus amigos, los niños ya no se limitan a consumir: también producen, opinan, editan, viralizan. Y en esa nueva narrativa infantil, donde los videos tienen efectos, música, transiciones y hasta guiones, hay mucho más en juego de lo que parece.

¿Qué son las nuevas narrativas digitales infantiles?

El término hace referencia a una forma de contar historias que los niños desarrollan en las redes sociales, usando sus propias herramientas, códigos y lenguajes. No se trata simplemente de imitar a los adultos: ellos crean universos propios, donde lo cotidiano se transforma en contenido, y donde lo que sucede en sus vidas pasa a formar parte de una escena pública.

En palabras de la doctora Valeria Abusamra, doctora en Lingüística e investigadora del Conicet, estas narrativas no solo deben mirarse como entretenimiento, sino como manifestaciones culturales que muestran cómo los chicos entienden, interpretan y habitan el mundo digital.


¿Por qué deberían prestarle atención madres y padres?

Porque este fenómeno no ocurre aislado. En muchos casos, los chicos están expuestos a dinámicas propias de los adultos, como la búsqueda de likes, la validación constante, la exposición pública y la comparación con otros.

Además, muchas veces el adulto pierde el control del entorno digital, creyendo que con un control parental o una restricción horaria alcanza. Pero las nuevas generaciones son nativas digitales, y aprenden rápido a sortear barreras. Lo que realmente necesitan es acompañamiento, escucha y diálogo, más que prohibiciones.

¿Hay riesgos?

Sí, y no son menores. Exposición excesiva, pérdida de privacidad, construcción de la autoestima en función de la mirada ajena, ciberbullying, grooming. Pero también hay oportunidades: creatividad, alfabetización digital, expresión emocional, pertenencia a comunidades.

Por eso, el enfoque no debe ser alarmista sino crítico y comprometido. Entender qué ven, qué hacen, qué los motiva, cómo se sienten y qué quieren decir con lo que comparten.


¿Y el rol del Estado y la educación?

Este tema no puede recaer solamente en las familias. También se necesita de una escuela que integre la alfabetización digital como parte central de su tarea, y de políticas públicas que regulen la participación infantil en plataformas sin caer en la censura, pero garantizando protección.

Así como se enseña a leer y escribir, hoy se debe enseñar a navegar con sentido crítico, a cuidar los datos, a comprender los algoritmos y a distinguir entre lo íntimo y lo público.


Las nuevas narrativas infantiles en redes no son una moda pasajera. Son una realidad compleja, con múltiples capas, que desafía tanto a madres, padres, docentes como a las plataformas digitales. Escuchar a los chicos, acompañarlos y formarlos como ciudadanos digitales es, hoy más que nunca, una responsabilidad compartida.

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