18/05/2025

Política

Video falso de Macri: la Justicia ordenó bajarlo

En plena veda electoral, la Alianza Buenos Aires Primero denunció la difusión de un video falso generado con inteligencia artificial, en el que se imita la voz y la imagen de Mauricio Macri para anunciar la renuncia ficticia de Silvia Lospennato. La Justicia Electoral porteña dio lugar al reclamo y ordenó a la red social X (ex Twitter) la remoción inmediata del contenido, alertando que podría inducir a error al electorado y afectar el desarrollo libre e informado del voto. Además, remitió la causa al Ministerio Público Fiscal y recordó el compromiso del GCBA de prevenir el uso no consentido de datos biométricos.

Por
Melina Schweizer

A pocas horas de las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires, una nueva frontera de la manipulación política digital se hizo presente: un video falso que imitaba la voz e imagen de Mauricio Macri fue viralizado en redes sociales mediante inteligencia artificial. La maniobra, según denunció la alianza "Buenos Aires Primero", buscó inducir a error al electorado y alterar el resultado de la elección.

La Justicia Electoral actuó de urgencia: ordenó su remoción inmediata y remitió la causa al Ministerio Público Fiscal.

https://drive.google.com/file/d/1VuMFw-UnZx1e82antxDgKG3Ofo9BYBtU/view

¿Qué pasó?
El 17 de mayo a las 22:57, en plena veda electoral, comenzó a circular en la red social X (ex Twitter) un video generado por IA que mostraba supuestas declaraciones de Mauricio Macri, anunciando la falsa renuncia de Silvia Lospennato, candidata de la alianza "Buenos Aires Primero".

En menos de una hora, la pieza fue replicada por cuentas vinculadas a simpatizantes de La Libertad Avanza, entre ellas @LaFuerzadeMilei y @ElTrumpista.

La denuncia presentada por los apoderados Ezequiel Jarvis y Matías Giampaolo incluyó enlaces, capturas y una solicitud clara:

Eliminar el video, identificar a los responsables y sancionar la violación de la veda, de acuerdo al artículo 140 del Código Electoral Nacional, que castiga la inducción al voto mediante engaños.

La reacción de la Justicia
El Tribunal Electoral porteño certificó que el video fue publicado por al menos nueve cuentas activas.
Consideró acreditado que se trataba de contenido falso generado por inteligencia artificial y que afectaba el ejercicio libre e informado del voto.

En consecuencia:

  • Ordenó a la red social X eliminar el contenido en un plazo improrrogable de dos horas.

  • Comunicó al Instituto de Gestión Electoral que ninguna lista había sido retirada, desmintiendo el contenido viral.

  • Remitió copias al Ministerio Público Fiscal para posibles acciones penales.

El riesgo de la IA en tiempos electorales
La resolución recuerda que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires firmó un acuerdo en marzo con el Ministerio Público Fiscal para prevenir el uso no consentido de datos biométricos, como voz y rostro, en sistemas de IA.

Esto cobra relevancia ante una campaña que vulnera normas electorales y derechos fundamentales vinculados a la identidad digital.

¿Quién se beneficia del engaño?

Aunque la resolución judicial evita adjudicar responsabilidades políticas directas, la denuncia presentada por "Buenos Aires Primero" es clara al señalar a un sector: el contenido fue difundido por cuentas asociadas a simpatizantes de La Libertad Avanza y, según los denunciantes, fue diseñado para beneficiar al candidato Manuel Adorni.

El video en cuestión no fue un simple meme: imitó la voz, el rostro y el estilo discursivo de Mauricio Macri con tecnología de inteligencia artificial para anunciar una falsa renuncia de la candidata Silvia Lospennato. El efecto buscado era confundir al electorado, sembrar dudas y redireccionar votos en favor de otro espacio político, justo en el tramo final de la campaña, cuando la información circula sin filtros y las desmentidas llegan tarde.


La mecánica no es nueva, pero el recurso sí lo es: la IA aplicada a la desinformación electoral introduce un arma poderosa y peligrosa en manos de quienes buscan manipular sin dar la cara. A diferencia de los rumores o panfletos del pasado, estos contenidos tienen apariencia de verdad, tono oficial y verosimilitud técnica, lo que los vuelve más eficaces y más difíciles de desmontar.

En este contexto, resulta legítimo preguntarse:

  • ¿Fue una operación aislada o parte de una estrategia de campaña?.

  • ¿Quién financia o ejecuta estos montajes?.

  • ¿Qué tipo de auditoría o regulación electoral existe para prevenir estas maniobras?.

En la lógica de las redes sociales, el daño está hecho en minutos y la verdad llega siempre después. Lo que se instala en la percepción colectiva, aunque sea mentira, puede alterar el resultado de una elección.

Por eso, más allá de los nombres propios, lo que está en juego no es solo una candidatura, sino la confianza pública en el sistema democrático.

El que se beneficia de la mentira, tarde o temprano, es también responsable de su costo institucional.

Más allá de la veda

En tiempos de inteligencia artificial generativa, la veda electoral tal como la conocemos -basada en silencio de campaña, restricciones en medios tradicionales y suspensión de propaganda- ha quedado obsoleta frente a la velocidad, anonimato y masividad de las redes digitales.

El caso del video falso de Mauricio Macri pone en evidencia que la manipulación ya no necesita operadores visibles ni grandes aparatos partidarios. Basta una herramienta de IA, un audio, una imagen intervenida y una red de cuentas activas para instalar una mentira creíble.
Y cuando esa mentira se difunde durante la veda, la posibilidad de respuesta pública se reduce drásticamente: no hay conferencias, no hay spots, no hay actos. El daño circula en silencio, disfrazado de verdad.

Por eso, la veda como norma temporal no alcanza si no se acompaña de un enfoque estructural, que incluya:

  • Sistemas de monitoreo digital en tiempo real por parte de organismos electorales.

  • Capacitación en alfabetización mediática y digital para votantes.

  • Normas específicas sobre el uso de inteligencia artificial en campañas.

  • Y sobre todo, capacidad institucional para reaccionar en horas, no en días.

La democracia del siglo XXI no se juega solo en las urnas ni en los discursos oficiales. Se juega también en los márgenes oscuros del algoritmo, en los hilos virales, en los deepfakes que parecen inofensivos y que, en realidad, pueden alterar una elección sin dejar huella clara de su origen.

En este contexto, defender el voto libre e informado exige algo más que custodiar boletas: exige proteger la integridad del espacio digital, porque allí es donde hoy se disputan las emociones, las creencias y la voluntad política de la ciudadanía.

La verdad, si no se defiende con rapidez y tecnología, puede ser reemplazada por una simulación casi perfecta.

Y cuando la simulación se vuelve costumbre, la democracia deja de ser un ejercicio colectivo y se transforma en una puesta en escena sin espectadores críticos.

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