30/04/2025
Mayo es el mes donde se juega un gran desafío económico. Con las cartas al descubierto y luego de liberar el dólar y acordar con el FMI, el Gobierno busca ordenar el frente interno. ¿El sector privado se va "auto domando" al calor de las políticas y la dialéctica oficialista?
Por
Matías Frati
El anuncio de la baja
del precio de los combustibles tiene un alto contenido simbólico.
Desde lo discursivo va
al corazón de la masa crítica que persigue el Gobierno, intentando seguir
fortaleciendo la musculatura social que le ha dado buenos resultados durante
los 16 meses de gestión. Desde lo económico tiene un impacto en los costos
logísticos: una caída del 4% en el costo del principal formador de precios del
transporte es un dato considerable. Y en lo político sirve para catalizar las
quejas de aquellos que todavía miraban de reojo algunas de las acciones de la
gestión, teñidas o deslucidas por el estilo personalísimo que el Presidente
Javier Milei y varios de sus funcionarios más destacados le imprimen a las
medidas.
Equilibrando fuerzas
Más allá de todo esto
que ocurrirá a partir de mayo, cuando YPF haga efectiva la baja e impulse a que
el resto de las petroleras que operan en el país sigan la misma conducta para
no perder mercado entre los consumidores, lo que está en discusión es un nuevo
estilo de encarar las cosas.
Ese nuevo estilo quedó
demostrado hace semanas atrás -y lo marcábamos en esta misma columna- cuando
los distribuidores mayoristas devolvieron las listas con aumentos que enviaron
después de la salida del cepo.
Aquel lunes 14 de abril
un sector fundamental de la cadena de distribución minorista como es el retail
de los supermercados se negó a convalidar los aumentos que Molinos, Unilever y
Johnson SC mandaron a los mayoristas.
Puede que estemos
frente a un cambio de época. No es ni más ni menos que lo que siempre se puso
como ejemplo de los países europeos, donde la sociedad -nos contaban- dejaba de
comprar cuando venían subas de precios injustificadas.
Aquí la cuestión se
detuvo antes, en la cadena de distribución, porque los mayoristas sí que tienen
el pulso de lo que pasa en la sociedad. Saben que se producen dos fenómenos en
paralelo: que sus ventas por volumen a los supermercados son menores por la
baja de las ventas de aquellos, y que cada día venden más al público minorista,
en esta nueva modalidad que con CUIT cualquiera va y compra en una sucursal de
los grandes comercios del rubro.
Estabilizar y crecer
En definitiva, la
actitud de los mayoristas fue en defensa propia. No hicieron otra cosa que
defender sus márgenes de ganancia, porque entendieron que no podían trasladar
todo el aumento al siguiente eslabón de la cadena y eso les iba a seguir
recortando su parte del negocio.
Algo como lo que ahora
acaba de hacer YPF, que en un contexto donde el consumo de combustibles cayó en
el último año por efecto de la caída de la actividad económica, quedarse con un
margen superior al indicado y no vender era como querer tener el 100% de 0,
cuando en realidad siempre es mejor obtener un porcentaje de algo existente.
Ambas cuestiones,
vistas en perspectiva, son la antesala de una economía que camina hacia nuevos
parámetros de medición. Nuevas bases comparativas, donde habrá que empezar a
considerar como "base 100" otros puntos de inflexión que no sean los
que se usaron hasta ahora.
Esto quiere decir que
nos dirigimos hacia un escenario donde, en el año, los organismos
internacionales auguran un crecimiento de 5% para el PBI argentino, la
inflación se proyecta en 30% y los precios se imaginan sensiblemente
desacelerándose.
Para que esto confluya
el 31 de diciembre es necesario un esquema de paritarias laborales bajas. Como
la que acaba de firmar Comercio con las cámaras empresariales, que no llega al
6% a pesar de que incluye al salario los aumentos no remunerativos anteriores.
Sin estas cuestiones de
fondo, no hay oportunidad de que las metas económicas se cumplan.
Esto es algo que lo
saben todos los integrantes de la cadena de valor argentina. Como también
conocen con certezas de que es necesario la reducción de impuestos. Algo que se
va a terminar de conformar con la nueva reforma impositiva que está diseñando
el Gobierno.
Mientras todo esto
ocurre, los jubilados seguirán reclamando por un salario más digno, que no sea
el 37% de la canasta básica, sino que mejore sustancialmente sus posibilidades
de acceder a bienes y servicios de mejor calidad, entre ellos los medicamentos
para quienes están en situación de salud delicada.
Si el 2024 era el año
de la estabilización económica, algo que finalmente la gestión de Milei logró,
este que transitamos debiera ser el año en el cual se sienten las bases para un
crecimiento sostenido por los próximos 20 años. De esa manera el país podrá
salir adelante y los argentinos recuperar la seguridad de que están parados
sobre un territorio que invite a todos los ciudadanos del mundo a venir, como
dice nuestra Constitución Nacional, y revierta la salida de miles de
compatriotas que forjan un futuro lejos de sus afectos y su tierra.
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