Posse el espía, la escucha que incluyó a Karina y rompió una amistad con Milei de 20 años

Nicolás Posee y Javier Milei llegaron juntos al poder. Forjaron una amistad casi al mismo calor que los vio crecer en la Corporación América.

Bajo las órdenes de Eduardo Eurnekian, ambos escalaron primero en el ámbito privado. Luego, cuando Milei se lanzó a la política, Posse subió al pedestal como uno de sus funcionarios de mayor rango y confianza.

Era tal esa relación de carne y uña entre ambos que pese a que Posse sufría ataques de pánico para hablar en público, el Presidente lo puso en el puesto que más necesita "rosquear" con pesos pesados de la política. No era el más indicado para ese puesto y desoyendo a todos, el jefe de Estado lo hizo igual.

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Seis meses después de asumir, Posse mordió la mano de quien le dio de comer y traicionó una confianza de dos décadas. Se metió con "El Jefe" y ese fue su boleto de salida.

Entre el pacto que no fue pacto en Córdoba, se ensayó una pantomima de que Posse viajara a la Docta con el resto del gabinete, pero su suerte estaba echada.

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Cuentan en los pasillos de Balcarce 50 que Posse le bajó la orden a Jorge Antelo, Secretario de Estrategia -dependiente de Jefatura de Gabinete- y a la famosa Agencia Federal de Inteligencia (AFI) que espiara a todo el Gabinete de Milei, incluida a Karina.

¡Qué manía de los últimos Gobiernos mandar a escuchar a los que "supuestamente" patean para el mismo arco que ellos!

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Habría sido el propio Posse quien sugirió al Presidente hacerse cargo de los estamentos de la Inteligencia argentina. Y en la primera de cambio la usó en contra de su propio jefe. IMPERDONABLE.

Y era tal el berrinche de Milei con su ahora ex amigo, que antes de subirse al avión rumbo a Estados Unidos, entre que subía la valija y presentaba el pasaporte, que bajó la orden de limpiar a Posee. No esperó ni a la Ley Bases, ni a nada, pese a lo que el propio Milei dijo hace pocas horas, cuando dejó en claro que lo iba a borrar de un plumazo. Que la decisión estaba tomada y no tenía vuelta atrás.

La historia de Posse con la política argentina duró lo que un caramelo en la boca. Llegó por la puerta de atrás, mordió la mano que le dio de comer y se fue sin pena ni gloria. Y como bonus track, se despidió invicto de notas periodísticas, casi sin que se le conozca la voz. El espía Posse fue a robar y tocó el timbre.